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Londres

Atletismo/ Bolt de Londres a la eternidad

Por dos centésimas no igualó el récord olímpico, deceleró a diez metros y mandó callar a Blake

Bolt se impuso con mucha comodidad en su semifinal de 200
Bolt se impuso con mucha comodidad en su semifinal de 200larazon

LONDRES- Los 40 minutos previos a la hora de la verdad los emplea Usain Bolt en bromear con los adversarios que son capaces de mantener su ya mítica serenidad. En la pista de calentamiento, cubierto con una inmensa gorra, jugaba con Wallace Spearmon, el «enemigo» americano. En la posición de salida saludó como los reyes, girando ligeramente la palma de la mano. Y pidió calma. Luego se puso serio, durante 19.32 segundos; pero de inmediato, en 19.32 segundos, dos centésimas superior al récord olímpico que nos regaló en Pekín, recuperó la sonrisa, hizo flexiones y se abrazó al segundo y al tercero, sus compatriotas Yohan Blake (19.44) y Warren Weir (19.84). Jamaica copó el podio. El detalle, el gesto del campeón que, inmediatamente antes de cruzar la meta, se llevó el índice izquierdo a la boca y miró a Blake. Un reproche antes de la fiesta: le ordenaba silencio, le indicaba quién es el mejor y que lo que importa son los Juegos. Aclarado.

Una de las características del Olímpico de Stratford es que durante casi toda la jornada sus 80.000 asientos están ocupados. Otra, que sus 80.000 ocupantes, sin distinción de sexo, edad, color, religión o nacionalidad, vibran cuando escuchan por megafonía el nombre de Bolt. Lo celebran más que el de ningún otro atleta, ni siquiera los locales levantan un murmullo mayor, que ya es decir. En el mero aspecto técnico, una peculiaridad: en la curva de entrada a los cien sopla una pizca de viento a favor.

Una incidencia así, por nimia que sea, los velocistas la advierten y la aprecian. Su valor en décimas puede ser incalculable. Y para éstas máquinas de correr, de precisión, como son los sprinters del hectómetro y del doble hectómetro, ese detalle equivale al valor de una medalla.
En los Juegos Olímpicos, la mejora de marcas sólo lleva implícita la multiplicación por mil del prestigio. Por ejemplo, Bolt ingresó en 2011 por patrocinios y otras minucias 19 millones de euros; este año alcanzará los 25. Usain es una máquina de correr y de hacer dinero que, cuando estableció en Berlín'2009 el récord del mundo en 19.19, recibió un premio de 180.000 dólares, y otro tanto por los 9.58 que marcó en los 100. Los récords olímpicos no se abonan en metálico, son tan grandes e incomparables que sus réditos nunca terminan de recogerse.

Y eso es lo que se jugaban los ocho finalistas, ocho lebreles que entran en ebullición cuando el juez les da la salida. En ese punto, tres jamaicanos, Bolt, Blake y Weir; un estadounidense, Spearmon; un ecuatoriano, Alex Quiñónez; un holandés con un diente de oro, Churandy Martina; un surafricano, Jobodwana, y un francés, la gran esperanza blanca, rubio y con los ojos azules, en medio del esplendor de la negritud. Tiene mérito lo de Lemaitre, su único problema es que en esta distancia, por mucho que se empeñe, le ha tocado jugar con la raza equivocada. Terminó sexto (20.19), detrás de Bolt, Blake, Weir, Spearmon (19.90) –cuatro por debajo de 20– y Martina (20.00).

Bolt salió a ganar y venció; pudo batir la marca de Pekín y no lo hizo, deceleró en los últimos diez metros. Tuvo tiempo de amonestar a Blake, su sombra por ahora, antes de terminar. Le pasó factura de recientes derrotas. El cielo puede esperar para el joven, lo alcanzará. Y lo que se dijo fue que Usain no bajó de 19.30 ni se acercó al 19.19 porque en poco más de una semana, en Zúrich, aguarda un botín de muchos euros si bate el récord del mundo. Lo tiene en sus piernas. Mas con el 19.32 también entra en la eternidad.

 

Semenya barre en semifinales
La surafricana Caster Semenya puede que despierte sospechas sobre su sexualidad, que su federación ha desterrado después de no pocas polémicas, pero no deja el menor resquicio para la duda cuando corre. En la segunda semifinal de 800 atacó a 200 metros. Inalcanzable: 1:57.68, marca personal. Favorita para el oro.