España

OPINIÓN: Un debate inexistente

La Razón
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En contra de lo que se suele pensar, el problema no es Arco, sino lo demás. Dicho de otro modo: durante los últimos 30 años, en una estrategia perversa e injusta, se ha tendido a hacer recaer sobre este evento la responsabilidad de la mejor o peor salud del arte español. Los debates pseudointelectuales y posmetafísicos que se arman cada año ante la inmediatez de la Feria constituyen una prueba de lo que es el arte contemporáneo en España. Y la razón de ello se resume en una interrogante demoledora: ¿qué estructura artístico–económica puede depender, casi exclusivamente, de la celebración de un acontecimiento como Arco, si no es una que sólo podría ser adjetivada como escuálida, infradesarrollada y radicalmente «estacionalizada» en cinco días en los que se lo juega todo a una carta? En puridad de concepto, Arco es una feria de arte. Pero si atendemos a la praxis, no sólo pretende ser una feria, sino un amplio espectro de actuaciones y registros, entre los que destacan la visualización de un debate crítico inexistente durante el resto del año; la paradójica creación de un «marco antiinstucional» en el que desarrollar todo tipo de estrategias de sesgo experimental y activista; o la única oportunidad que tienen los escasos soportes editoriales que operan en este país de mostrar sus trabajos y confrontar sus propuestas. El problema de Arco no es Arco, sino el sistema del arte contemporáneo español, que ha sido incapaz de consolidar una estructura sólida, generadora de dinámicas solventes y ambiciosas que aminoren su grado de dependencia de fórmulas eventuales. Ninguna feria puede convertirse en soporte de un sistema y emplearse como argumento redentor a la hora de justificar la ausencia de vertebración que caracteriza al sector del arte en España durante los 360 días restantes del año.