Barcelona

El Liceo se rinde a Julio Iglesias

El Liceo se rinde a Julio Iglesias
El Liceo se rinde a Julio Iglesiaslarazon

BARCELONA- El Gran Teatro del Liceo dejó ayer la lírica clásica lejos de su escenario. El motivo no era otro que el concierto de Julio Iglesias para repasar sus temas de siempre, protagonistas de su último disco recopilatorio. El cantante llegaba a Barcelona con las entradas vendidas y tras trasladar su concierto previsto para el lunes a ayer. Es el primero de sus encuentros con el público barcelonés porque todavía habrá ocasión de escucharlo el día 26.
Al son de «Amor, amor, amor», Julio apareció en un escenario con una puesta en escena muy sobria, sin efectismos –salvo sus tres coristas– con los que distraer a un público de lo más peculiar. Entre los asistentes había desde jóvenes disfrazados como versiones primerizas del cantante a señoras vestidas para la ocasión.

Traje oscuro, eterno bronceado y con sus ademanes de siempre, el cantante hizo de él mismo, Quiso hablar con el público con un «bona nit» y agradeció el poder pisar de nuevo el Liceo porque «es muy emocionante estar aquí». Confesó que «quiero mostrar la pasión de la música. Si no hay pasión por cantar, yo estaría en un bufete de abogados». Y lo ejemplificó con un tango que interpretó mientras una pareja bailaba «a media luz los besos, a media luz los dos».

El taburete, «mi salvation army» como dijo, le ayudó a descansar mientras trataba de dialogar con el público pese a que algunas voces femeninas le interrumpían de vez en cuando para gritarle «¡Julito, guapo!». Estas mismas voces son las que acompañaron a Julio Iglesias en un peculiar karaoke desde los asientos del Liceo. El efecto se pudo constatar desde el inicio, aunque tuvo su especial clímax con el estribillo de «Un canto a Galicia». A medida que avanzaba su actuación, también daba la impresión que Julio prefería dar voz a su auditorio, limitándose ser un acompañante o incluso una suerte de director de orquesta.

Con «Oh, Mamy Blue», trató de sorprender quitándose la chaqueta, con lo que arrancó varios suspiros. A continuación se atrevió a versionar el clásico de George Harrison «My Sweet Love», llevándolo a su terreno hasta no dejar ni rastro de sombra «beatle».

«Siempre le dije a mis hijos y a mi mamá que el lugar más bello para cantar en España es el Liceo», comentó micrófono en mano mientras sonaban los primeros compases de «Manuela» y un hombre declamaba «Julio, te queremos». Segundos después alguien chillaba «abrázame» y él hizo el gesto.

«Nunca imaginé estar en Finlandia o en China, donde ni siquiera me entienden, con esta canción que dediqué a mi hija», aseguró mientras un gran silencio esperaba que arrancara «De niña a mujer», uno de los indiscutibles «hits» del cantante, que fue seguido con un silencio sepulcral.

Baladas, versiones y algún tema bailable ocuparon un repertorio con el que conquistó al Liceo.