Barcelona

El mate es elegancia

Los hermanos Ailanto miman cada uno de sus estampados, que trabajan como pocos, y saben moverse en una paleta de color que ayuda y favorece

El mate es elegancia
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Ni un cabo sin atar. Ni una sola prenda en la que un estampado no encaje al milímetro. Así es el trabajo de Iñaki y Aitor, los hermanos Ailanto. Desembarcaron este verano en Madrid, ahora que son una referencia en Cibeles y que su tienda de Barcelona es punto de reunión de aquellas que suspiran por el estilo «bohemio chic» que ellos trabajan como nadie. Ese espíritu se deja entrever en las lámparas de flores que, que junto con los toques de latón, cobre y el suelo de madera dan esa calidez que se desprende cuando se tiene una conversación con ellos.
Pero no se queden en el mobiliario ni en la escalera de caracol. Pasen y vean. Con el corte a la rodilla, sus faldas y vestidos son prácticos para soportar un largo día de trabajo, pero también para acudir a una cena especial. «Se está cambiando la idea de que hay que ir con lentejuelas a un evento. El mate puede favorecer y ser signo de elegancia para la mujer que lo lleva», defiende Aitor. Sus vestidos llevan de brillo lo justo y necesario para dar empaque. Tampoco se agobien por la silueta. No son de marcar, más bien de estructurar e insinuar, con un patronaje que se empapa de lo oriental en los cruces de chaquetas y cuellos, pero también en una paleta de colores que no abruma, sino que acoge.

De repente cuando uno piensa en Mao, la mirada se detiene en un abrigo-capricho de líneas puras en tonos plomizos que refleja su pasión por el buen coser. «Nos está funcionando muy bien», deja caer Aitor. No es de extrañar. Sobre su especialidad, los «prints», esta colección de otoño invierno supone un viaje a la China de antaño –no a la de Cobo Calleja– que se traduce en pequeñas flores inspiradas en bordados del siglo XVII, nenúfares por doquier que saben encontrar su sitio en camisas y faldas, así como perlas convertidas en escamas. No pierdan ojo del mimo con el que está colocada en percha cada prenda, como si hablaran de una mujer delicada y moderna, que sabe mirar a lo «vintage» para pasear por el París donde ya no reina Carla Bruni. Ése es el sello de los Ailanto.