Turquía
Un secreto familiar a voces
Podría decirse que la filmografía de Ferzan Ozpetek es un pequeño tratado sobre la homosexualidad. Aunque él lo niega: «No me gusta definir a la gente de cintura para abajo. No conozco a nadie que hable de otra persona y mencione entre sus características que es heterosexual.
Yo hablo en el cine de las cosas que pasan a mi alrededor», comenta el realizador. Bueno, pues lo que pasa a su alrededor es gente que lucha contra sus pasiones hasta que al final se rinde a la evidencia, que, en general, suele ser que le atrae alguien del mismo género. Así le pasa al protagonista de «Hamman, el baño turco» (1996), que viaja desde Italia hasta Turquía para hacerse cargo de una casa de baños que ha heredado.
En «El hada ignorante» (2001), una mujer descubre, tras la muerte de su esposo, que ocultaba su vida paralela, que tenía como epicentro un amante masculino de larga duración. En «Tengo algo que contaros» su cámara se deja seducir por la belleza arquitectónica, casi escenográfica de la ciudad de Lecce, en el sur de Italia: «Es uno de esos sitios donde a los pocos minutos de pasar algo todo el mundo lo sabe». Y lo que ocurre esta vez es que el hermano pequeño que vuelve de Roma, a donde marchó a estudiar Ingeniería, parece que está dispuesto a anunciar en plena cena familiar que, en realidad, se matriculó en Derecho, quiere ser escritor y no dedicarse a la empresa familiar de fabricación de pasta a la que está predestinado y que comparte su vida con un hombre. En la reunión de bienvenida la mayor sorpresa no la sufre su familia, sino él mismo que observa cómo su hermano mayor, al único que se lo había adelantado, hace la confesión de que él también es gay. La agitación concluye con el patriarca en el hospital a causa de un infarto de miocardio.
Taquilla millonaria
Teniendo en cuenta el arranque y lo que supone tal acontecimiento en la vida del protagonista, se puede deducir que no es exactamente una comedia al dente como pregona la publicidad: «Tiene momentos de comedia, pero es más bien un melodrama, como la vida misma, ¿no?», comenta el realizador. Esta mezcla le ha reportado numerosos seguidores, pues además de las mencionadas, «La ventana de enfrente» (2003) hizo taquilla millonaria y arrasó en los premios Donatello. Algo parecido ocurrió con «No basta una vida» (2007). «Es maravilloso poder contar lo que a uno le pasa y que le interese a tanta gente, ¿no?», dice con cierto tono autocomplaciente.
Su éxito le llevará a dirigir su primera ópera en el próximo Maggio Fiorentino, uno de los festivales líricos de mayor renombre en Italia. Algo de puesta en escena tienen las escenas familiares en torno a la mesa en esta película, donde todos ocultan algún secreto. Llegados a este punto, de la conversación no nos resistimos a preguntarle por qué, introduce ciertas dudas en el protagonista, que se ve atraído por una mujer: «Creo que el corazón manda y está por encima de todas las convenciones. Además, me gustaba la idea de dos personas enamoradas que nunca podrían ser pareja», concluye.
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