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Tarjeta roja en comunicación por Toni P
Que el grupo Siro es un grande del sector alimentario no lo duda nadie. Es una verdad incontestable. Las cifras lo avalan: ha incrementado su facturación en más de un 3.344 por ciento desde su inicio, pasando de 9,6 millones de euros en 1991 a 321 en 2009. Cuenta con una capacidad total de producción cercana a las 285.000 toneladas al año y emplea a 3.200 personas. Ha sido considerada la sexta empresa del sector de la alimentación con mejor reputación corporativa de España. De una empresa grande, una de las cinco mejores para trabajar en nuestro país según otro reciente estudio, cabe esperar responsables a la altura. Y sin embargo, no siempre parece así. Francisco Hevia, director de RRHH de Siro, es un enamorado de la comunicación interna. Hace grandes esfuerzos porque la relación entre empleador y trabajador sean lo más «bidireccionales» posibles. Cree que es imprescindible «una comunicación entre el jefe y el colaborador». Pero tanto empeño le ha hecho olvidar que hay otra comunicación no interna. La externa, la que debe existir entre la empresa y el medio de comunicación. Hevia es árbitro de Segunda durante sus fines de semana. Los comentarios en las webs deportivas no le tratan demasiado bien. Dicen de él que «es un peligro. Casi seguro que algún jugador no acaba el partido. Disfruta expulsando. De hablarle, nada de nada, y protestarle sería un suicidio. A jugar y a callar» (http://parqueazahara.mforos.com).
Mal cartel para quien en su vida profesional pretende ser un comunicador. Con desprecio, soberbia y autoritarismo
no se conquista a los
medios. Que se saque
la tarjeta roja.
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