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«De no haber peleado por ser torero estaría en la cárcel o muerto por sobredosis»
"De no haber peleado por ser torero, a estas alturas estaría en la cárcel o me habría muerto por sobredosis", así de directo y tajante comienza José Miguel Arroyo, Joselito, a desvelar sus vivencias más íntimas en un libro, 'Joselito el verdadero'.
Pasada ya la frontera de los 40, y después de superar los hondos envites del pasado y sus secuelas, una de las personalidades más carismáticas del mundo del toreo cuenta lo que nunca ha contado medios y habla por primera vez de sus orígenes.
"Era un camello precoz. Lo sabía casi todo del tema y conocía cada variedad de hachís. El mejor era el libanés, el rojizo, pero había otro verdoso, marroquí, muy bueno", explica Joselito.
A lo largo de 300 páginas, el torero nos descubre una "infancia precaria y llena de carencias, con la calle como aula, entre camellos y drogas", y también refleja la cruda relación con su madre, a la que sólo puso rostro cuando entro en su vida con "intencionalidad", según informa la editorial Espasa.
El libro es también un homenaje a su otra familia, quienes le brindaron apoyo incondicional; A Martín Arranz, a quien considera su espejo y la persona más honesta que ha conocido en su vida, y a Adela, una mujer que jugó un papel de madre en tan decisivos años.
Capítulo aparte merecen sus creencias políticas. Un torero con ideas cercanas a la izquierda, que no soporta las injusticias y la prepotencia de los típicos señoritos que buscan el poder. Y aunque admirador de don Juan Carlos, Joselito se declara "un poco republicano y, con excepciones, anticlerical". "Tengo alma y sentimientos de pobre", reconoce.
Este es también un libro que elimina de un plumazo los bulos en torno a su familia, al dinero y todas las ideas preconcebidas en torno a él y a su persona. Habla de rivalidades, toreros con nombre y apellidos, muchos de ellos referentes e inspiradores y también de aquellos que tienen ideas preconcebidas sobre la tauromaquia y sobre el futuro de la fiesta.
Cierra el libro las páginas en las que habla de una depresión que le tuvo al borde del abismo. No obstante y en medio de todas las circunstancias, reconoce que el mundo de los toros sigue siendo su vida, porque en él se encuentran los valores humanos que tanto le han acompañado: el esfuerzo, la capacidad de sacrificio, la responsabilidad, el valor, la honestidad, la entrega y el compañerismo.
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