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Lidia Valentín / Haltera: «Los chavales no hacen deporte por culpa de internet y los videojuegos»

Tras perdernos por la Ciudad Universitaria de Madrid, tiempo que aprovechamos para recopilar los números de teléfono de unas cuantas estudiantes, conseguimos llegar sin aliento al Consejo Superior de Deportes, donde se halla la Residencia Joaquín Blume. Allí nos hemos citado con la haltera Lidia Valentín.

« No cabe duda: Castilla y León se involucra en el desarrollo del deporte»
« No cabe duda: Castilla y León se involucra en el desarrollo del deporte»larazon

Nuestra entrevista tiene lugar por la tarde, en la cafetería, a esas horas sin clientes, con aspecto de cantina en una madrugada de noviembre. La leonesa es una chica simpática, habladora. Por sus palabras retrepa de vez en cuando un ligero acento de inocencia que quizá la haga todavía más cercana. Se nota templanza en su actitud, pulida mediante el esfuerzo y el sacrificio, esa fórmula que algunos pánfilos siguen sin querer comprender. Sus brillantes piercings, así como sus uñas de manicura francesa o su cuidado cabello, podrían hacerla pasar por cualquier chica con la que nos cruzamos cada mañana en el tren, camino del trabajo. Y así es. La diferencia estriba en que ella ya es uno de los nombres que, mientras en el circo de tres pistas los euros empiezan a llamarse merkeles, dan triunfos al deporte español. Por no hablar de los que todavía quedan:

«Ahora nos toca el campeonato de Europa. Todavía nos tenemos que clasificar por equipos, pero, por el actual ranking mundial, seguramente vaya a los Juegos Olímpicos de Londres».

¿Y cómo te lo tomas?
Dispuesta a todo. A lo mejor puedes quedar cuarta o novena, depende de la competición, de las rivales y de muchísimos otros factores, pero tengo claro que por mí no va a quedar, desde luego.

Entonces no hay dudas que valgan.
Vamos a ver, tienes que ir con seguridad, dispuesta a darlo todo, tengas un buen día o malo… Has entrenado tan duro, durante tantísimo tiempo, que no puedes permitirte duda alguna. Ésa es la actitud para ganar.

Pero hay otros factores, como me decías.
Si te has dedicado al deporte en cuerpo y alma, como a cualquier otra cosa, al final hay un resultado. Es verdad que no siempre es así. Pero el deporte tiene esa dualidad: un día te da todo y otro te quita todo. Por eso hay que tener claro que sólo se puede ir a por todas.

¿Los Juegos son el sueño de todo deportista?
Sin lugar a dudas. No hay nada comparable. Voy a entrenar muy duro para el próximo año, para conseguir al menos mejores resultado personales. Pese a todos esos factores de los que hablábamos, algunos muy azarosos, sé que puedo ir a más.

Serían tus segundos juegos…
Tenía sólo veintitrés años en los primeros… Había entrenado durísimo, porque quería ir, como fuera, a Pekín. Cuando me enteré de que estaba seleccionada, fue una alegría inmensa. De hecho, no me lo creía…

Pero fue muy real. Y quedaste quinta.
Aquello fue toda una novedad, como flotar en una nube. Tenía muchísimas ganas de competir y quería que llegara el momento. Fueron quince días maravillosos, además de lograr un diploma olímpico, que no está nada mal.

¿Conseguir tanto te ha costado?
Ésa es la parte invisible, de la que todo el mundo se olvida. Detrás del trabajo de un deportista, detrás de los triunfos o de las derrotas, hay muchísima gente, además de una dedicación muy intensa.

¿Merece la pena?
En mi caso, he tenido que hacer unas cuantas renuncias. Llevo diez años en la residencia, lejos de mi familia y de mi tierra. Pero creo que, al final, la vida me está dando más de lo que me ha quitado.

Y eres muy joven.
Claro que sí. Para hacer una vida, por así decirlo, normal, ya tendré tiempo, una vez que me retiré del deporte. Lo que hay que tener muy claro es que nadie te regala nada. Sin trabajo, nada llega por casualidad. El que piense lo contrario… En fin…
La luz de tarde se esfuma tras los ventanales de la cafetería. Entre tanto, repasamos con ella su trayectoria. Lleva en la halterofilia desde que era una niña. Otros perdíamos los días haciendo hogueras junto a la vía del tren y ella no dejaba de trabajar. Y ahí están sus resultados, en la categoría de setenta y cinco kilos: tres medallas de bronce y una de plata en los cuatro campeonatos de Europa que ha disputado hasta hoy, además de dos quintos puestos y un sexto en los campeonatos del Mundo. Y quinta en los Juegos Olímpicos de Pekín, superando a las temibles halteras del Este. Consciente de su responsabilidad, de la temblorosa expectativa que hay puesta en ella, su tesón, ciertamente leonés, sólo se atenúa cuando vuelve a Camponaraya, donde encuentra su lugar en el mundo:
«Es un cambio absoluto. Del estrés de los entrenamientos, de las competiciones, paso a desconectar totalmente. Llego allí, con mi familia y con mis amigos, y todo empieza a ir un poco más lento».

Allí ya serás una celebridad.
Hombre, no sé si tanto, pero se agradece pasear por la calle y que me digan los vecinos que me han visto en una competición… Y cuando voy a competir, la prensa de León me llama siempre. Eso está bien.

¿Cómo fue tu infancia en Camponaraya?
Estudiaba y hacía deporte en las actividades extraescolares, como todos los niños. Me interesaban el baloncesto y el atletismo… Sin embargo, un día decidí pasarme por el gimnasio de halterofilia. Tenía once años.

¿Por qué ese interés?
Mi entrenador, que era vecino mío, me había visto jugar al baloncesto y hacer atletismo. Pensó que valdría para halterofilia. Al principio, yo no sabía muy bien qué era. Pero en seguida me encantó.

No es un deporte muy habitual. Y discúlpame: ni siquiera parece muy femenino…
Hay muchos prejuicios sobre la halterofilia. De hecho, antes de conocerla, pensaba también que era un deporte masculino. Y no es así. Empecé a competir y me gustó tanto que, si volviera a nacer, lo volvería a hacer. Me encanta.

¿Tus padres cómo se lo tomaron?
Mi madre, sobre todo, se preguntaba si no habría otro deporte que no fuera la halterofilia… Pero, si a la niña le gusta, hay que aguantarse, ya sabes. Mi padre también andaba un poco sorprendido.

Y ahora son fans.
Me acompañan siempre que pueden. Me preguntan por los entrenamientos, por las competiciones… Ese esfuerzo que hacen los padres tampoco se suele tener en cuenta. Y es fundamental.

¿En el pueblo había afición a la halterofilia?
Hay un gimnasio que es bastante bueno, del que ha salido gente muy notable. Isaac Álvarez, que es el iniciador de los chicos, siempre se ha preocupado por buscar chavales para que practiquen la halterofilia. Y ha dado sus resultados.

Hay quien confunde halterofilia y culturismo…
Son dos cosas totalmente distintas. El culturismo es el culto al cuerpo. En cambio, la halterofilia es un deporte olímpico. Puedes practicarla siendo alto o bajo, gordo o delgado… Hay diversas categorías, por lo que no hay un prototipo ideal de cuerpo.

Se olvida que es un deporte muy técnico.
Requiere muchísima técnica, mucha concentración y entrenamiento. El más fuerte no es el que más peso levanta. Y tienes que tener una capacidad mental muy dura, porque, en apenas unos segundos, te juegas muchísimas horas de entrenamiento.

No es sólo levantar las pesas...
Qué va. La gente está muy confundida, pero es normal. Es un deporte desconocido, por lo que persisten esos lugares comunes. Me gustaría que la gente lo conociera un poco más, para que pudiera hablar de ello con propiedad.

¿La halterofilia ha cambiado mucho?
Ha evolucionado una barbaridad. No tiene nada que ver con la de hace cincuenta años, por ejemplo. Incluso eran otros movimientos. Hasta la imagen de los atletas es distinta.

Tú compites en dos tiempos y en arrancada…
Son los movimientos olímpicos. El primero es la arrancada, que incluye tres movimientos. El segundo es el de dos tiempos, en el que también tienes otros tres movimientos. Después está el total olímpico, que hace la suma de ambas. Es lo que da la clasificación.

¿Animamos a los chavales para que lo practiquen?
Y sobre todo a los padres. Que los lleven a los gimnasios. No sólo a que hagan halterofilia, sino cualquier tipo de deporte. Hoy por hoy, entre internet y los videojuegos, se está perdiendo la práctica del deporte.

Y también los valores que, a la postre, implica.
Que son muchísimos. Van desde desarrollar el compañerismo hasta crear la disciplina para alcanzar los retos… Y todo desde que eres pequeño… No hay una sola actividad que, desde tan pronto, te dé tanto. Por eso todo el mundo debería practicarlo.

Empezaste a ganar desde muy pequeña…
La primera competición ni la recuerdo. Sé que competí por primera vez en un campeonato de Castilla y León. Quedé primera clasificada en mi categoría y me motivé tanto, que me animé y empecé a competir en los campeonatos de España sub 16, sub 18… No ha ido mal la cosa…

Te fuiste a la Residencia Blume siendo también muy joven…
Para mí no fue excesivamente duro. Lo fue más para mis padres y mis hermanas. Era una niña que llegaba a una ciudad totalmente diferente . Por eso, me perdía muchísimas cosas, como la infancia de mis hermanas… Pero lo tenía muy claro.

¿Tanto como para marcharte?
Mira, diariamente salía del gimnasio y le decía a mi madre que estaba esperando que me llamaran para irme a Madrid. Era algo que me ilusionaba tanto… Y cuando me llamaron, no lo dudé. Quería entrenar con los mejores.

¿Te resultó complicado al principio?
Llegué un poco perdida, pero me acogieron bastante bien. Todo el mundo estaba en la misma situación que yo, por lo que rápidamente tuve una gran familia. Recuerdo que me sorprendió ver la dureza de los entrenamientos. Pero estaba encantada…

¿Cómo es tu día a día?
Vivo en la residencia. Me levanto, desayuno y a las diez de la mañana entro en al gimnasio. La duración del entrenamiento suele ser hasta la una o una y media. Después como, me echo una hora de siesta y a las cinco vuelvo a entrenar, hasta las ocho.

No paras…
Bueno, luego ya me relajo un poco. Voy al spa, ceno y sobre las doce de la noche me voy a la cama. Como es normal, todo está muy reglado. Es tan estricto como disciplinado…

¿Cuánto dura la carrera deportiva de una haltera?
Hay gente que se retira joven y otros que lo alargan un poco más… Ahora tengo veintiséis años y estoy en mi mejor momento. Hay gente que con mi edad, a lo peor, ya está con molestias. Todo eso depende de la caña que te hayan dado desde pequeño o de cómo hayas cuidado tu cuerpo…

Miriam Blasco me contaba que lo más difícil para el deportista profesional es planificar su futuro…
Estoy totalmente centrada en mi deporte. No sé si lo habré hecho bien o mal, pero tengo claro lo que he hecho. Una vez termine, quizá aparezca la duda de saber por qué no he hecho una carrera universitaria o un curso de formación profesional…

Pero estudias…
Siempre hago algún curso de lo que me gusta, para el día de después, porque hoy puedo vivir de lo que estoy haciendo, pero el día de mañana no. Me preparo para dedicarme al personal training, fitness, musculación…

Me da que eso tiene mucho futuro.
Eso es lo que me han comentado. Y es lo que me gusta: estar metida en el gimnasio, así que siempre intento estar vinculada a ello. Sé que los títulos no me van a abrir puertas. Aunque siempre quedan el orgullo y la satisfacción personal.

¿En qué empleas tu tiempo libre?
Me gusta salir con mis amigas, sobre todo para ir de compras… Y cuando voy a Ponferrada, lo único que deseo es estar con la familia. En cuanto tengo cuatro o cinco días me escapo. También veo a mis amigos de la infancia. Tenemos tantas cosas que contarnos…

¿Te planteas volver a Castilla y León?
Sé que no es lo habitual, pero haré todo lo posible por regresar, si bien nunca se sabe, especialmente cuando hay que conseguir un trabajo. Ponferrada me gusta mucho para vivir.

¿En Castilla y León se apoya el deporte?
Por lo que mí respecta, no puedo quejarme. Tengo una ayuda de la Junta de Castilla y León y de la Diputación de León y no puedo estar más satisfecha. Es una Comunidad que se involucra en el desarrollo del deporte.

¿Y el carácter de sus gentes?
Se define bien por ese dicho de cría fama y échate a dormir… Ahora hay muchísimas personas y cada una es diferente. Antes, a lo mejor, sí había un carácter muy concreto. Ahora ya no estoy tan segura…

Al salir de la Residencia Joaquín Blume, ya casi es de noche. Buen momento para estrenar los números de teléfono que hemos conseguido antes. Mañana Lidia Valentín, a diferencia de zascandiles como nosotros, seguirá inmersa en su entrenamiento. Con una naturalidad serena, fluida, asume que hace lo que tiene que hacer. Como escribiera un tal Wilde, «nunca des explicaciones. Tus amigos no las necesitan. Tus enemigos no las creen». Y cuando arrase en los próximos Juegos Olímpicos, serán todavía menos necesarias.

 

Un libro.
El secreto.
Una música.
Nach, que me motiva.
Una película.
El diario de Noah
Un deportista.
Rafa Nadal.
Un sueño.
Los Juegos de Londres.
Una virtud.
El optimismo.
Un defecto.
Tengo mucho pronto...