Francia

No más síndrome por Julián García Candau

La Razón
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Ganó España a Francia y acabó con el síndrome de las derrotas en partidos de competición oficial. España se clasificó para las semifinales con gran dolor, con enorme sufrimiento. Vicente del Bosque retiró del campo a Silva, como siempre, y a Cesc, y el equipo perdió posesión de balón, lo que facilitó que los franceses acosaran como no lo habían hecho en el primer tiempo. El penalti a Pedro y el lanzamiento de Xabi Alonso, autor también del primer gol, sentenció a los franceses. España ganó sin brillantez. El partido tuvo escasas emociones. En todo el partido hubo tres tiros a puerta y uno de ellos, de penalti. Gozoso el triunfo por lo que significa. El juego, otra vez preocupante.

El fútbol español ha vivido durante años de dos goles a la antigua usanza: los de Zarra y Marcelino. Los dos fueron conseguidos de forma tradicional. Anoche, en Ucrania, la Selección revivió el sistema. Fue un centro precioso y preciso de Jordi Alba y un remate de cabeza espectacular de Xabi Alonso. Con el gol se revivió la historia futbolística fundamentada en el juego de los extremos.

España nos devolvió a la realidad. Al hecho constatado de que para derribar líneas Maginot, lo idóneo es buscar las espaldas a los zagueros y ello se consigue con mayor facilidad buscando la entrada por las bandas y el centro al área. Del Bosque renunció al delantero centro natural y volvió donde suele con Cesc de falso ariete. Sin embargo, para ganar a Francia, hubo que recurrir a lo más tradicional del fútbol con Xabi haciendo de ariete. El penalti fue guinda inesperada.

La diferencia en el juego no sólo estuvo en la mayor posesión del balón, sino también en la diferencia que hubo entre los laterales españoles. Arbeloa retuvo los ataques y Alba los potenció.