Museo Reina Sofía
La «miss» del Renacimiento
La muestra reúne 60 obras- pinturas, esculturas, dibujos, manuscritos y objetos- para ilustrar los temas fundamentales del arte florentino.
Al fondo de la tabla, a la izquierda, sobre una superficie blanca, una inscripción latina reza: «Ars vtinam mores / animvmque effingere / posses pulchrior in ter / ris nvlla tabella foret». Que traducido, significa: «¡Ojalá el arte pudiera reproducir el carácter y el espíritu! En toda la tierra no se encontraría un cuadro más hermoso». La pintura aludida en esas escuetas líneas es «Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni», datada entre los años de 1489 y 1490, y firmada por Domenico Ghirlandaio.
Belleza y épocaDicen que las obras antiguas, con la pátina de la antigüedad en el barniz y el soporte, ocultan grandes historias. O eso defiende, al menos, Guillermo Solana, conservador jefe del Museo Thyssen Bornemisza. El relato de esta pieza es largo y viejo, y forma parte, junto a Simonetta Vespucci, la modelo que Sandro Botticelli evocó en «El nacimiento de Venus», de esa generación de mujeres que impresionaron en su época por su belleza y cultura, y que el arte inmortalizó después de su desaparición a través del talento de grandes maestros. «La Giovanna» reposó en las dependencias del Palazzo Tornabuoni, el más importante junto al Palazzo Médicis de la Florencia del «Quattrocento», un periodo convulso, de amistades, alianzas y rivalidades, donde el arte era exponente y símbolo del poder. La pieza, un recordatorio de la esposa que su marido, Lorenzo, perdió de manera prematura durante el segundo parto, se conservó de manera excepcional en esas salas. La pieza era la favorita del barón Thyssen. La adquirió en una subasta en 1935, después de que JP Morgan decidiera desprenderse de ella, y la convirtió en el joya más preciada de su colección. Ahora el Museo Thyssen ensalza la obra, la dama que representa y al genio que la pintó con una exposición con ella como protagonista absoluta: «Ghirlandaio y el Renacimiento en Florencia», comisariada por Gert Jan Van der Sman, la primera muestra dedicada de forma exclusiva a este retratista excepcional y no suficientemente difundido. La «Giovanna Tornabuoni» conjuga la geometría de la belleza (los artistas del Renacimiento creían que en las matemáticas reposaba el secreto que proporcionaba la serenidad, el reposo y la armonía de la hermosura), la devoción religiosa y los votos amorosos contraídos en el matrimonio. Y esos tres temas organizan el recorrido, que es, a la vez, una retrospectiva de Ghirlandaio y un lección sobre la evolución del retrato renacentista, desde el perfil, sellado en la tradición a través de las medallas, hasta la figura en tres cuartos, más moderno y atrevido. Para ilustrar estos aspectos se han expuesto obras del propio Ghirlandaio (sobresalen «Retrato de una joven», «Retrato de un joven» y la magnífica «Adoración de los reyes», procedente de la Galería Uffizi), Botticelli, Pollaiuolo, Perugino y Andrea del Verrocchio, entre otros. Y se exhiben, también, casi como una reconstrucción, las obras que decoraban la sala contigua al dormitorio de Giovanna y Lorenzo.
Una adoración redondaLo decía Guillermo Solana: «No me podía creer que nos lo fueran a prestar hasta que lo vi aquí». La obra de la que habla Solana tiene nombre propio: «La adoración de los magos», una pieza excepcional procedente de la Galería Ufizzi de gran dimensión y delicadeza.
DÓNDE: Museo Thyssen. MadridCÚANDO: Hasta el 10 de octubre. CUÁNTO: 8 euros
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