Rusia
Mario Casas sin fronteras
Rusia está a sus pies. En cuatro semanas, «Tengo ganas de ti» ha recaudado cinco millones de euros. El actor, una estrella en el país, es el talismán del éxito
Un físico que traspasa la pantalla, honesto, cercano, sin un ego superlativo que le haga perder el norte, comprometido con sus personajes, sin «tics» de celebridad venida a más, sencillo y trabajador, muy trabajador... Así le describen los que conocen a Mario Casas, el primer sorprendido de que «Tengo ganas de ti» sea uno de los sucesos cinematográficos en Rusia, con una recaudación, en tan sólo cuatro semanas en cartel, de cinco millones de euros. La distribuidora rusa, Caravella DDC, no ha querido que, en esta ocasión, el potencial de la película les pillase con el paso cambiado, como sucedió con «3 metros sobre el cielo», que tardó un año en llegar a las salas rusas y fue una de las cintas más pirateadas. Ahora, han decidido proyectarla a pocas semanas de su estreno español y aprovechar el «tirón Casas». El resultado no ha podido ser más positivo, ya puede permitirse el lujo de mirar a Robert Pattinson de tú a tú, al menos en este país del Este, donde «Tengo ganas de ti» ha logrado mejor taquilla que el primer «Crepúsculo» y el club de fans del actor español en el país supera el medio millón de socios gracias a la buena acogida que ha tenido la producción de Globomedia «El barco». Su presencia ha sido vital para el abrumador éxito de la película, que en España ya se ha embolsado 12 millones de euros.
Volcado y con gancho
«Es el actor perfecto, en un personaje perfecto y en la película adecuada». Así resume el director de «Tengo ganas de ti», Fernando González, la fórmula magistral de un trabajo tan redondo desde el punto de vista económico. González, que minutos antes de hablar con LA RAZÓN había intercambiado impresiones con Casas cree que, aún siendo el actor una pieza clave para arrasar en la taquilla, «no me parece conveniente cargarle con toda la responsabilidad del éxito, puede ser contraproducente para él».
Y es que uno de los aciertos del joven actor desde el minuto uno de su trayectoria es elegir los trabajos que le gustan y volcarse en ellos sin dejarse condicionar por variables como la fama, el prestigio o los réditos de imagen que le pueden reportar. Es ambicioso en el sentido más noble de la palabra. Luego, está el «factor Mario». Desde uno de sus primeros logros profesionales, la serie «Los hombres de Paco», conectó con el espectador, especialmente entre los más jóvenes, con una facilidad envidiable. «Además de un atractivo brutal, sabe como pocos intérpretes mimetizarse con el personaje. Entra en un viaje en el que, al final, no se puede distinguir entre Mario y, en este caso, Hache». ¿Conclusión? Pocas veces se sabe dónde empieza la fascinación por él y dónde por el personaje que encarna.
No hay que obviar la querencia, premeditada o no, de Mario Casas por interpretar a jóvenes viriles, tipos duros y chulos a los que, sin embargo, más pronto que tarde se les empieza a adivinar sus grietas hasta emerger una sensibilidad que puede descolocar (y conquistar) al espectador. Tampoco, eso afirman algunos de sus amigos más cercano, le molesta que le cuelguen la etiqueta de galán. Lo suyo es trabajar. «Es muy honesto, interpreta desde la verdad y sin ninguna veleidad intelectual pomposa y vacua que le distancie del espectador y éste lo nota. De ahí la sintonía que tiene con el público», afirma González.
No se puede comprender el éxito de Mario Casas, su capacidad para atraer espectadores a las salas o, garantizar, sólo con su presencia un buen porcentaje de la audiencia de las series en las que interviene, sin manera de vivir su profesión y el contacto permanente que tiene con sus fans. «Agradezco que estén ahí. Esa gente es la que decide ponerte ahí. Si no la tratas bien, si no la respetas, van a decir: que pase el siguiente, que ya toca», declaró a este diario. Casas es un actor que, sin dejar de preservar su intimidad, cuida hasta el extremo a sus seguidores, tanto en los encuentros directos como en Twitter. En ese sentido, tiene una mentalidad muy estadounidense y sabe que la buena promoción de un filme puede ser capital para que éste tenga un buen recorrido comercial.
Compromiso total
«He trabajado cinco o seis veces con él, ya ni me acuerdo, y su compromiso con la película es total. Se compromete al máximo, tanto en la preproducción como en el rodaje y en la promoción de la cinta. La defiende a muerte. No es de esos actores que no entienden que está dentro de su sueldo conceder entrevistas y se muestran muy exquisitos», explica González.
La pregunta del millón es saber si Mario Casas es un actor de temporada, que sólo tiene como soporte su percha, o si es un actor de largo recorrido. González no duda: «Las adolescentes son muy apasionadas, pero también muy traicioneras, por lo que él no se descoloca. Trabaja muy duro. Sin duda, estamos ante un actor que tendrá una carrera larga».
El conquistador, conquistado
No se exponen innecesariamente, pero no eluden hablar de su relación. Desde que se enamoraron en 2010, durante el rodaje de «3 metros sobre el cielo», Mario Casas y María Valverde (en la imagen) son una pareja que no se esconde. El conquistador fue cautivado por una de las actrices más atractivas de nuestro país. Acuden juntos a los estrenos cinematográficos, comparten «photocall». Eso sí, nunca conceden una exclusiva ni tampoco una entrevista conjunta. Saben separar sus trayectorias y hablan de su relación con naturalidad. «Me parece una persona magnífica, con unos principios maravillosos y una de las mejores actrices de este país», ha dicho Mario Casas sobre ella. Con la sencillez como bandera, el actor tampoco magnifica el hecho de que ambos sean actores y famosos. «Se busca tiempo para lo que uno quiere y ya está, da igual que seas actor o no», declaró.
Silvestre, con complejos
El éxito de «Sin tetas no hay paraíso» se le atragantó a Miguel Ángel Silvestre. A diferencia de Mario Casas, no llegó a asimilar la fama e incluso renegó de ella, como si ésta limitase su trascendencia como actor y diluyese su talento. No se arrepiente de haber interpretado a «El Duque», pero no llevó nada bien sus dimensiones de fenómeno televisivo. A partir de ese momento, Miguel Ángel Silvestre intentó evitar cualquier personaje de corte romántico que fuese acompañado con la denominación de galán. Desde entonces le ha sido esquivo el éxito tanto en la televisión, con la miniserie «Alakrana», «Verbo», «Lo mejor de Eva» y «The Pelayo's».
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