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Ganan los malos por Lucas Haurie

La Razón
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Poco se puede decir. Platón ya advirtió, en «La República», que las leyes podían ser injustas «pero siempre preferibles a la arbitrariedad del hombre». Fue injusta la administración de justicia con la familia de Marta del Castillo y todos sufrimos con ellos las consecuencias de la ceguera de la dama de la balanza (cuidado con el recurso de Carcaño, que probablemente verá reducida su pena). Su otro atributo es la espada, que le falló como a un mal torero. La Policía debe proporcionar las pruebas necesarias para encarcelar a los criminales. No lo hizo, pese a que un jefe bocazas y felizmente cesado habló de «actuación policial de libro». El tribunal, con todo el dolor de su corazón, falló lo que debía a tenor de las evidencias: una condena menor y tres absoluciones. Más la propina, esa broma pesada del Cuco facilitada por la Ley del Menor. Las denominadas «fuentes jurídicas» nos advirtieron que, sin el cadáver, esta película acabaría peor todavía, pero nuestras débiles conciencias forjadas por Hollywood se negaron a interiorizar esta realidad. La sentencia ha sido un cataclismo para una sociedad que no está acostumbrada a que, muchas veces, ganan los malos. Nos queda el dolor, la impotencia y la piedad hacia las víctimas. Y el asco, mucho asco.