Estados Unidos
No hay cabeza más dura que la de Ferrer
España está en semifinales de la Copa Davis. Una rutina en el siglo XXI, una machada si se tiene en cuenta que para ello «La Roja» tuvo que superar a Estados Unidos en Estados Unidos por primera vez en su historia, y lo hizo, además, sin el número dos del mundo, Rafa Nadal.
España es un equipo de verdad y disfruta en una competición que requiere algo más que la suma de buenas individualidades. Nadal suele ser el héroe, lo ha sido en muchas eliminatorias, pero cuando ha faltado ha tenido sucesores: Verdasco o Feliciano en Mar del Plata, Ferrero hace dos años ante Alemania o Ferrer, por su fidelidad al equipo de la Davis y por su tenis inquebrantable, que ayer dio al equipo nacional el punto definitivo.
El poder del grupo está por encima del individuo en la Copa Davis, la competición donde el miedo más atenaza a los tenistas: es jugar por ti, por tus compañeros, por tu país... Si sufría Ferrer en su partido ante Fish, lo hacía todo el equipo en la banda; si disfrutaba y vibraba «Ferru», Verdasco, Feliciano, Granollers, los médicos, entrenadores y el capitán botaban y le daban ánimos. Uno para todos y todos para uno en un encuentro donde los nervios tuvieron un papel muy protagonista. Fueron determinantes. A Fish le traicionaron cuando estaba sacando con 5-4 para ganar el primer set. Entonces, las piernas empezaron a pesarle y la raqueta comenzó a ser un elemento extraño. Las dudas se comieron al estadounidense. Ferrer, que también hacía aspavientos y se quejaba a Albert Costa, que resoplaba, que tantas veces parece caminar al filo de la «locura», se mantenía ahí. Como siempre. Consiguió el «break» que necesitaba para empatar a cinco juegos y volar hacia la conquista de ese primer set.
La fortaleza mental mostrada por «Ferru» no fue nada comparado con lo que vendría después. Fish volvió al partido y empezó a sacar como sabe. Cuatro servicios en blanco en el segundo set respondidos con cuatro de pura tortura que el español supo soportar. Siete pelotas de ruptura tuvo Fish y en ninguna dudó David, temeroso durante gran parte del partido, agresivo en los momentos serios. Las levantó todas, una a una, con el sudor de su frente. Y tampoco se vino abajo cuando dispuso de cinco oportunidades de ganar el set que Fish salvó básicamente con su saque. Era una guerra psicológica. Fish falló en el «tie break» del segundo, en el momento clave. El castigo mental al que le sometió «Ferru» fue duro, iba 2-0 abajo en sets, pero el estadounidense se vino de nuevo arriba, poderoso en el saque e incisivo en el resto, pero dubitativo en los puntos importantes: desperdició dos puntos de «break» con 2-1, un 0-40 con 4-3... Pero no se cayó. Por fin, a la tercera oportunidad, con 6-5, logró la ruptura y el set. Fish tuvo mérito de no «morir» antes, de levantarse tantas veces. Lo mismo, o más, puede decirse de Ferrer, un jugador extraordinario, de cabeza dura, que desperdició un primer «break» en la cuarta manga, en la que pasó de un 3-1 a favor a un 4-3 en contra, que no supo cerrar el partido con 5-4 y su saque, pero que mantuvo la fe para seguir en pie, llevarse el «tie break», ganar un partido inmenso y meter a España en semifinales.
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