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España y el Brasil de Pelé

España y el Brasil de Pelé
España y el Brasil de Pelélarazon

¿Es comparable la Selección española a algunas de las mejores que ha registrado la historia del fútbol? Equiparar equipos de distintas épocas es tarea que no suele llevar a buen puerto. Las circunstancias políticas, económicas y de cuanto rodea al mundo del deporte son siempre distintas. A veces, incluso en tiempos muy cercanos. Sospecho que cuando un aficionado español, satisfecho por los logros de la Selección, se pregunta hasta dónde puede llegar su excelencia, probablemente, acaba refiriéndose o cotejándola desde un punto de vista idealista al Brasil del 58 con Garrincha, Didí, Vavá, Pelé y Zagalo o Joel.

De aquella selección brasileña quedó la delantera fabulosa. Entonces, los equipos aún se alineaban con tres defensas, dos medios y cinco delanteros. No se confundía a los extremos con centrocampistas como ahora. Brasil había padeció la mayor de las humillaciones en su Maracaná al caer ante Uruguay, equipo que formaba buen conjunto y pocas estrellas aunque lo fueran Varela, Chiggia y Schiaffino. Brasil sufrió su mayor frustración a pesar de contar con delanteros tan excepcionales como Zizinho y Ademir. Siempre consideró villano al portero, Barbosa, quien estuvo a punto de suicidarse. Uruguay tenía sentimiento de derrota. Varela se plantó en medio y dijo: «Pónganse los huevos en la punta de los botines y a ganar». Uruguay quedó como equipo de héroes.

Brasil fracasó en el 54 en Suiza. Aquí se produjo el hecho trascendente de que una de las mejores selecciones de la historia, la Hungría de Boszcik, Higdekuti, Puskas, Koczis y Czibor, entre otros, perdió la final contra la Alemania de los hermanos Walter, quienes había sido derrotados en la primera ronda por 8-3. Aquella selección germana tuvo tal vez la mayor trascendencia que nunca ha tenido otra. Alemania estaba dividida y repudiada por la sociedad mundial a causa del nazismo. La victoria permitió a los alemanes volver a mirar a la cara a ciudadanos de otros países. Y a reconocerse entre ellos como seres con derecho a la dignidad.

Brasil no aguantó un torneo más sin ganar. En Suecia debutó un muchachito de dieciocho años que deslumbró al mundo «A Edson Arantes do Nascimento/ Pelé,/le hicieron- pobre- la cuna/con un grano de café/bajo la luna». A partir de Suecia, en el 58, el fútbol tuvo otro planeta. Pelé participó en cuatro mundiales y fue campeón en tres. Su estela sirvió para que también perviviera para los sueños la selección de 1970. Por Brasil han pasado jugadores como Gerson, Jairzinho, Tostao, Rivelinho o Sócrates, que han impregnado el fútbol de las selecciones de un halo de improvisación y genialidad.

España es comparable, y con notable ventaja, cuando se piensa en la selección francesa de Zidane, Deschamps, Dessaily, Thuram y Vieira. La Selección no es inferior a la de Maier, Beckenbauer, Breitner, Bonhoff y Muller. Tampoco está por debajo de la italiana que hizo vibrar al presidente Sandro Pertini en el palco del Bernabéu en el 82.

Sólo la Argentina de 1986, la de Maradona marcando goles con la mano de Dios y los pies del diablo, tuvo gran encanto. Fue superior a la campeona del 78, que con goles de Kempes dio gloria de los militares golpistas, dictadores y de manos ensangrentadas. Fue mejor la de Maradona, pero ni aun ésta, con grandes futbolistas en el once, practicó un fútbol con tanta luz como el de la Selección. Maradona consiguió un triunfo moral para su país, revancha por Las Malvinas al derrotar a Inglaterra.

España puede hombrearse con el Brasil de Pelé y es mejor que la Argentina de Maradona.