Actualidad
Decisión acertada por Cástor Díaz Barrado
La decisión del nuevo Gobierno de recuperar la Secretaría de Estado para Iberoamérica en la estructura del Ministerio de Asuntos Exteriores es muy acertada. La efímera vida de esta Secretaría de Estado, entre 2006 y 2010, resultó insuficiente para apreciar la potencialidad y los beneficios que aporta a España poner énfasis en el espacio iberoamericano. Sin embargo, quienes se encarguen de liderarla tienen por delante una tarea muy compleja. No se trata sólo de asegurar el éxito, en términos de imagen y posición de España en Iberoamérica, de la Cumbre que tendrá lugar en Cádiz en 2012, coincidiendo con el Bicentenario de la Constitución que, con mayor afecto, se recuerda en nuestro país. La Cumbre iberoamericana de Cádiz será un buen termómetro para apreciar si se están produciendo avances en la política iberoamericana. Pero, más allá, los retos de la nueva Secretaría no son menores. España debe conducir su política exterior en un espacio en el que están teniendo lugar crecimientos económicos espectaculares, pero que se encuentra profundamente fragmentado y en el que habita un fuerte componente ideológico. La utilidad de las cumbres iberoamericanas, con un cambio de formato que resulta necesario, debe ser un principio básico de nuestra política exterior, porque estas conferencias representan la continuidad, con eficacia, de la Comunidad iberoamericana. Las reuniones entre los iberoamericanos son una oportunidad inigualable para las dos partes inescindibles de Iberoamérica. Los países americanos cuentan con aliados en Europa para la defensa de sus intereses y España puede proyectar sus posiciones en el continente americano a través de los países iberoamericanos. La nueva Secretaría de Estado debe centrar sus objetivos en aspectos que tengan un fuerte contenido económico. Cuando España asegure los intereses españoles, el ejercicio de esta labor deberá hacerse en el convencimiento de la defensa de los intereses del resto de los estados iberoamericanos. Una visión compartida de la realidad en Iberoamérica resulta imprescindible. No se trata de asumir una posición de privilegio en favor de las empresas españolas sino de poner en común y coordinar políticas empresariales conjuntas de las que sean participes y beneficiarias todas las empresas iberoamericanas. La nueva Secretaría tiene una labor única y específica en educación, ciencia-tecnología y cultura. Han pasado los tiempos de las palabras y ahora toca hacer realidad y rentabilizar, también en términos económicos y sociales, la potencia que Iberoamérica representa en el mundo en estas materias. Se nos exigen políticas decididas y, para el siglo XXI, la creación de un verdadero espacio de integración educativo-cultural. Necesitamos acuerdos estables que entrelacen la educación y cultura iberoamericanas de los 23 Estados de esta singular comunidad.
✕
Accede a tu cuenta para comentar