Grupos
Relaciones tortuosas por Marina CASTAÑO
Hay una coplilla anónima, archiconocida de todos, que dice: «ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio. Contigo, porque me matas, sin ti porque me muero». Este acertado mensaje define a la perfección a esas parejas que tienen una relación patológica, latente con el paso de los años, que no pueden prescindir el uno del otro, pero tampoco se soportan. Hay malos tratos psicológicos, e, incluso, físicos, pero el trasfondo de pasión mezclada con amor subyace sobre esto y lo supera todo durante tiempo y tiempo. Y es que ambos, tanto el uno como el otro, están en posesión de una amplia lista de motivos que les impide dejarlo, por mucho que quienes les rodean les aconsejen lo contrario. Esta situación explica la mayor parte de las veces esos crímenes pasionales, con posteriores suicidios, que desgraciadamente a diario vemos en los periódicos. La violencia doméstica es otra cosa, es una cuestión de machismo retrógrado y de un sentimiento de posesión enfermizo. De cualquier forma, en uno y otro caso hay que tomar una decisión radical, y dejar que se imponga la ruptura definitiva, por muy apasionadas que sean las reconciliaciones en las que el sexo es más extraordinario que nunca, como elemento pacificador. «El corazón tiene razones que la razón no entiende» es una frase que se esgrime con mucha frecuencia, y más aún en situaciones como estas, y no hay árbitro, ni psicólogo, ni consejero matrimonial que pueda resolverlas. O sí, no sé, pero que no sea demasiado tarde cuando ambos se den cuenta de ello. El peligro de tragedia, acecha.
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