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Siria hacia el colapso
La economía siria está devastada después de un año de revuelta y las sanciones impuestas por la comunidad internacional, que no han conseguido detener la represión del régimen. El sector más afectado es el energético, sobre todo debido a las sanciones europeas, explica a LA RAZÓN el economista sirio Nabil Sukkar en Damasco. Siria exportaba a Europa el 90% de su petróleo, que representa una quinta parte del PIB del país y cuyas ganancias entraban directamente a las arcas del régimen. En los últimos meses, «el Gobierno no está ingresando ese dinero y está gastando mucho en defensa, y también en políticas sociales para tratar de limitar el descontento».
Además, el régimen subvenciona el combustible, cada vez más caro y escaso, y fundamental para la población durante el invierno. Los ciudadanos sufren el frío y cortes de electricidad de varias horas al día, aunque nadie se pone de acuerdo si éstos son una forma de castigo colectivo por parte del presidente, Bachar Al Asad o si realmente el país no tiene suficiente gas ni petróleo refinado. Los ministerios han recibido órdenes de recortar sus gastos en un 20% y ya hay retrasos en los pagos de los salarios de los funcionarios, según pudo saber este periódico.
En cambio, al Ejército no le falta dinero para munición ni combustible para los tanques. La economía es de guerra, incluso en aquellas zonas donde no hay combates, como en la capital, y la inflación disparada es una muestra de ello. Asimismo, la moneda local ya ha sido depreciada y Sukkar cree que el Gobierno sirio no podrá evitar una mayor devaluación.
El paro aumenta al mismo tiempo que la actividad económica se estanca por la violencia y algunos trabajadores han sido despedidos en Damasco, bastión del régimen, por simpatizar con la oposición, tal y como aseguraron a LA RAZÓN. Se calcula que en la calle los bienes básicos se han encarecido en al menos un 50%. Las hortalizas cuestan al menos un 60% más que hace un año, cuando comenzaron las protestas, asegura un frutero en el mercado de Bab al Yabiye. «A mí no me va mal el negocio porque la gente tiene que seguir comiendo», dice con mirada triste. Un joven hombre de negocios de Damasco asegura de forma anónima que la inflación puede alcanzar hasta un 100% en algunos casos. La actual situación está repercutiendo principalmente en las clases más bajas, como los habitantes de Al Midan, el barrio más «rebelde» del centro de la capital. En una panadería desierta explican a este periódico que los que compraban antes un kilo de pan, ahora sólo pueden permitirse comprar medio kilo.
La Media Luna Roja asegura que aún no se puede hablar de crisis humanitaria en Siria. «Se dan situaciones de crisis en momentos y localidades concretas», explicó a este periódico el director de emergencias, Jaled Ercsusi. «En las grandes y medianas ciudades todavía no falta la comida ni los bienes básicos», dijo Ercsousi, pero la Media Luna Roja ya se está preparando «por si las cosas empeoran». El Consejo de Derechos Humanos de la ONU pidió ayer una autorización del régimen para las operaciones humanitarias que permita asistir y socorrer a la población, atrapada en la espiral de violencia.
A medida que la violencia se recrudece, el turismo desaparece. En el zoco Al Hamidiye de Damasco, las tiendas abren tarde, cierran temprano –también por motivos de seguridad– y permanecen vacías la mayor parte del tiempo. Ziad es un comerciante de ropa oriental y dice que sus ventas han bajado mucho: «Afortunadamente, todavía hay visitantes de los países árabes, sobre todo del Golfo Pérsico, e Irán». Precisamente de Teherán podrían empezar a llegar también dinero y petróleo, mientras las armas siguen fluyendo desde Rusia, y las empresas operan a través de Líbano, donde se refugia la élite siria. Una joven de una familia adinerada y cercana al régimen admite a LA RAZÓN que las sanciones les harán daño, pero no acabarán con ellos.
ESCALADA BÉLICA EN EL NORTE
El régimen sirio anunció ayer los resultados del referéndum celebrado el domingo, en el que habría participado un 57,4% de los votantes y un 89,4% de ellos habría respaldado supuestamente la nueva Constitución, que establece el pluripartidismo. Mientras continuaron los bombardeos, que se extendieron en las ciudades del norte. En Homs se contabilizaron 22 muertos. Medio centenar de personas fallecían en todo el país.
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