Barcelona
El Barcelona regresa al paraíso
Barça y Manchester, los dominadores en Europa en el siglo XXI, buscan su cuarta Liga de Campeones
LONDRES- Al final de la Avenida Olímpica, monumental, majestuoso, en silencio todavía, el nuevo Wembley espera con ansiedad a que lleguen las 20:45 de hoy. A esa hora arranca la final de la Liga de Campeones, el partido más bonito del año, en el que el Barcelona y el Manchester United buscan su cuarta corona continental. El escenario es el ideal: «El corazón del fútbol», como llamaba Pelé al viejo estadio, situado exactamente en el mismo lugar y que fue demolido en 2003. Aquel Wembley fue un lugar mítico en el que los ingleses, los inventores del fútbol, ganaron su único Mundial, en 1966, y en el que el Barcelona y el «ManU» se proclamaron por primera vez campeones de Europa. Allí comenzaron a cambiar su historia, y en el nuevo Wembley esperan escribir un nuevo capítulo ahora que están en el mejor momento de su historia. Los «red devils» conquistaron aquel torneo en 1968, con George Best o Bobby Charlton, diez años después del trágico accidente aéreo que acabó con la vida de ocho miembros de su plantilla. El Barça logró romper su maldición en 1992. A la tercera lo consiguió. Cuando Koeman marcó aquel gol a la Sampdoria, futbolistas como Busquets apenas tenían tres años, Messi era un niño de Rosario y Alves ni pudo ver el encuentro porque no tenía televisión. «Siempre digo que la difícil es la primera. Aquello fue vital», aseguró ayer Guardiola.
Sobre las cenizas de aquel «Dream Team» ha surgido el actual Barça para superarlo, lo mismo que sobre las cenizas del viejo Wembley se ha construido el nuevo. El Barça está en la cima del fútbol actual, por esa filosofía heredada y mejorada y por sus títulos, y afronta la final de hoy con pasión e ilusión, pero al mismo tiempo con naturalidad. Es la tercera vez que llega en las seis últimas temporadas –ganó las dos anteriores–, y en otras dos ocasiones ha alcanzado las semifinales. Pese a la dinámica ganadora, no es un partido más. «Un equipo así tiene mucho desgaste, pero ganar te permite seguir. Si no lo hacemos, el futuro será más difícil», opina el entrenador azulgrana.
El Manchester puede presumir de algo parecido: será su tercera final en los últimos cuatro años. Ganó una y perdió otra, justo contra el Barça, en Roma, en 2009. Allí Ferguson se dio cuenta del poder de Messi, Xavi e Iniesta, los tres jugadores que más le preocupan. Sólo hace falta abrir los periódicos ingleses para saber quién es el coco: a Messi lo llaman el «asesino silencioso» o le dan una doble página con titulares como «agárralo... si puedes». Lo saben también en el propio Barça: «Ojalá tenga su día», deseó Puyol.
Son, por tanto, los dos equipos más fiables, los que han dominado el fútbol europeo en el siglo XXI. Simplemente, los mejores. Es, por tanto, el mejor partido. «El soñado», en palabras de Valdés. El balón les ha dado la razón. Obedece a quien mejor le trata. El Barcelona es el equipo que más posesión ha acumulado en la competición, el 62 por ciento, seguido del Manchester, con el 58. Esa pelea por la pelota puede ser la clave, aunque el inglés es un equipo camaleónico. La duda de Ferguson es si utilizar dos delanteros: Rooney y el fichaje revelación, el mexicano Chicharito Hernández; u optar sólo por uno para reforzar el centro del campo. Ser valiente o prudente. La duda de Guardiola es si apostar por Abidal, que acaba de derrotar un cáncer, o dar continuidad a Mascherano como central y colocar a Puyol de lateral izquierdo. Ayer desveló que la tiene resuelta, que ya sabe qué once jugará. Los demás actores serán los habituales, casi los mismos que en 2009. «Tendremos que hacer más que en aquel partido para ganar», insiste Guardiola. El Manchester también es muy parecido y tiene el mismo proyecto, con retoques. Sin Cristiano Ronaldo, pero con Ferguson, el hombre que ha convertido al club en lo que es desde que aterrizó en 1986, al mando. «No podemos estar mejor», amenaza el técnico escocés. «No sé si ganaremos o perderemos, pero estamos bien», responde Guardiola. Pues entonces, a disfrutar.
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