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OPINIÓN: Previsible presidente

La Razón
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El mundo político se mueve, desgraciadamente, a base de encuestas y los medios de comunicación las ofrecen actualmente de todos los colores, para gusto y agrado de sus lectores. Al anunciar Zapatero, con el retraso habitual en sus decisiones, la convocatoria de elecciones, enseguida se han impuesto de nuevo las encuestas y su valoración de los líderes de la próxima campaña electoral. Algunas encuestas, las más oficialistas, han pretendido torcer la buena fe de los encuestados y presentar al candidato socialista como un recuperador de las metas perdidas por la mala gestión de su partido, de su presidente y suya propia. Se ha querido valorar al alza «el efecto Rubalcaba», cuando la verdad, como hasta el más despistado futuro votante sabe, el «defecto Rubalcaba» no puede arreglar la crisis económica, política, social y ética a la que tanto ha contribuido como Vicepresidente, y no digamos como Ministro del Interior, ignorando el chivatazo del «Faisán».

No es por tanto novedad, como dice la mayoría de las encuestas no oficiales, sino algo cierto y seguro, que previsiblemente Rajoy será el próximo presidente del Gobierno y no por su cara bonita o por su talante, sino precisamente por haber demostrado con creces que es un candidato «previsible», del que se sabe lo que se puede esperar de él; porque tiene acreditada su cordura y buen juicio; porque su sentido común se ha demostrado en tantas de sus actuaciones públicas; porque su prudencia se basa siempre en el conocimiento ponderado de los hechos; porque sus decisiones no son impacientes ni contradictorias; porque razona en interés del país y porque previene de falsas promesas demagógicas, sin base ni futuro.

Frente al nuevo «defecto Rubalcaba» que participó y apoyó las decisiones y desvariados juicios de un presidente sin norte ni rumbo, que cambió sus principios y su programa con tal de prolongarse en el poder, el «previsible» Rajoy –como le adjetivó, sin reparar en su acierto la vicepresidenta Salgado, se ha hecho conocer precisamente por eso, por ser previsible.

Frente al «no hay crisis, sino algunas turbulencias», el previsible Rajoy advirtió en tiempo y forma de lo que se nos venía encima. Frente a los «brotes verdes», tantas veces anunciados, Rajoy nos advirtió de que la crisis iba para largo; frente a «la nación, concepto discutido y discutible», él siempre ha sabido lo que es España; frente a «la tierra es del viento», siempre ha advertido que en un mundo globalizado la tierra depende del esfuerzo de todos y no de donde sople el viento...

Los españoles, previsiblemente, elegiremos a Rajoy como próximo presidente del Gobierno y al PP por su programa regeneracionista y de crecimiento económico, sin elevación de impuestos ni recortes sociales, como ya demostró en anteriores acciones de gobierno. Cuenta el PP con programa y con políticos experimentados para llevarlo a cabo, que para darse a conocer no necesitan posar para «Vogue» en el zaguán de La Moncloa. No cabe duda de que los problemas son muchos y muy graves, pero cuando se tiene una experimentada ejecutoría, honestidad y claridad en los fines y sanidad de juicio, entonces se pueden ofrecer soluciones, se logra crear esperanzas y surge un clima de confianza que hará brotar, esta vez sí, una nueva savia, sin recurrir «a la chistera», al talante, o a las exequias de tiempos pasados. Afortunadamente para nuestro futuro, aún contamos con hombres previsibles como Rajoy.