Nueva York
Rocío Molina: «Vivo bailando y como quiero»
Con firma propia: Profesión: bailaora. A ella le gusta decir «danzaora». Nació: en 1984, en Málaga. Por qué está aquí: le han otorgado el Premio Nacional de Danza.
–Premio Nacional de Danza. ¿Le va a servir para...?
–Para ganar confianza. Pero también voy a ganar miedo y vértigo. Huyo del vértigo, pero también lo busco. Ya sabe, las contradicciones de la vida.
–Claro. Dicen que es fácil que te den un premio, lo difícil es merecerlo.
–Es verdad. En mi caso, ahí está lo que he hecho. Que juzguen.
–Era la revelación del flamenco. Ya es algo más, ¿no?
–Sí. Revelación parecía mi apellido: Rocío, la revelación... Ahora tengo apellidos nuevos: Premio Nacional.
–Dice Israel Galván que ve en usted cosas que no ha visto. ¿Qué verá?
–La sinceridad, quizá. Él hace lo mismo: lo que le da la gana. Yo hago lo que me da la gana. Me he dado permiso.
–Baryshnikov se puso a sus pies en Nueva York, en su presentación...
–Se arrodilló y yo quise levantarle. Le entendí algo así como que nunca había visto nada igual. Había llorado, aún tenía los ojos húmedos. No me lo creía. Fue un regalazo.
–Dice que sólo se deja llevar...
–Eso es. Me muestro tal como soy. Así bailo.
–Anda que si hace días le hubiera tocado el Gordo...
–Casi mejor que no. Creo que me daría miedo ser rica, no tener necesidad, perder de vista el riesgo. No, no me gustaría.
–Dicen que es muchas bailaoras en una...
–Tengo algo de todoterreno. Me gusta meterme en berenjenales, selvas y desiertos.
–Dicen que es una mezcla de ingenuidad y poderío terrenal...
–Lo que más admiro de las personas es la ingenuidad. Yo no quisiera perderla nunca.
–Ha roto moldes en el templo del flamenco: ha bailado casi desnuda...
–Para mostrar la belleza que está ahí, en el movimiento de la carne zapateando. Creo en la estética que crea cada uno, no en la que nos impongan.
–Rosa Díez dice: «A las mujeres primero nos miran, luego nos escuchan».
–A mí me miran pensando: ¿y esa chavala de verdad baila? Porque soy bajita y con carnes, decían que no serviría para esto. Al rato los que miran dicen: pues sí, parece que baila.
–¿Vive en estado de alarma?
–No, vivo bailando y como quiero. Intento ser optimista, pero, a veces, la realidad me despierta.
–Hay bellos durmientes que sólo despiertan con los besos de la Merkel...
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