Crisis en el PSOE
La cita más crucial del PSOE
El PSOE afronta una de las citas más cruciales de su historia reciente. Encara una imprescindible renovación después de su peor derrota electoral, sin casi poder territorial y con su credibilidad ante la opinión pública en mínimos. Sin liderazgo, sin mensajes y en una atonía orgánica evidente. Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba son los candidatos a sustituir a Rodríguez Zapatero en la Secretaría General socialista. La igualdad de fuerzas entre ambos aspirantes ha provocado un clima de tensión y de juego subterráneo que ha enturbiado las relaciones entre ambos sectores. Las denuncias de «presiones inmorales» o pronunciamientos de mal estilo –Ibarra llamó a Chacón «Zapatero con faldas»– anticipan un cónclave complicado que podría agudizar la hemorragia de crédito más que cerrar las heridas. El objetivo debe ser abrir una nueva etapa, aprender de los errores, restaurar las conexiones con el electorado y renovar su proyecto. El periodo precongresual no ha sido especialmente ilusionante para una militancia huérfana de dirección y privada de criterio. Los dos sectores del partido se han desgastado en un debate personalista, sin que la regeneración del proyecto y las nuevas ideas hayan tenido protagonismo alguno. En este punto, el proceso ha sido decepcionante y no ha respondido a lo que los dirigentes socialistas proclamaron con insistencia. Hubo lucha por el poder y no por engendrar un proyecto para el siglo XXI que enraizara con la socialdemocracia europea y diera portazo a los eslóganes del rancio socialismo español de la centuria pasada.
En significativos sectores del partido se comparte la convicción de que el Congreso de Sevilla forma parte de la transición o travesía del desierto que el PSOE está obligado a pasar para digerir la derrota. Se entiende que el periodo de convalecencia tras una derrota tan severa no puede ser de dos meses y que lo que saldrá del cónclave hispalense es un liderazgo provisional. Es una posición que tiene su lógica y sus riesgos en la medida de que sin una dirección clara las fricciones internas pueden debilitar aún más a un partido fundamental para el país. No podemos pasar por alto que nuestra democracia parlamentaria requiere de un Gobierno y una oposición fuertes para lograr el equilibrio institucional imprescindible. En su discurso de despedida de la Secretaría General, Rodríguez Zapatero pidió ayer al PSOE «sentido de Estado» con el Gobierno porque el objetivo no es derrotar al PP, sino a la crisis. Un convencimiento que, esperemos, cale en su sucesor. De momento, el presidente Rajoy se reunirá de forma inmediata con el nuevo líder socialista. Veremos entonces si el PSOE ha entendido el mensaje de los españoles y está a la altura de las circunstancias.
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