Danza
El Clásico se pasa a los entremeses
No sólo Cervantes escribió en «corto», aunque sus entremeses, pequeñas piezas pensadas para ser representadas entre obra y obra y que el público del Siglo de Oro no hiciese «zapping», o sea, mutis, han sido los que más han pervivido.
Fue un género fructífero del que queda abundancia de títulos pero que hoy en día apenas se representa. La Compañía Nacional de Teatro Clásico, en uno de sus últimos estrenos con Eduardo Vasco al frente –en septiembre lo relevará Helena Pimenta–, apuesta por este formato en «Entremeses barrocos», un montaje formado por cuatro de estas piezas de varios autores. El estreno tiene otra peculiaridad: la Compañía da la «alternativa» en la casa a jóvenes directores vinculados a muchos de sus estrenos en los últimos años como ayudantes de dirección.
En escena, parte de uno de los repartos habituales de la CNTC –con Arturo Querejeta y Daniel Albaladejo, entre otros– se codea con el de la Joven Compañía. Así, Pilar Valenciano dirige «Los degollados», de Calderón, Elisa Marinas «El muerto, Eufrasia y Tronera», de Bernardo de Quirós, Aitana Galán se pone al frente de «El cortacaras», de Moreto, y Héctor del Saz se mide a otro Calderón, «El toreador», escrito para un icono de la época, el personaje de Juan Rana. Las tres primeras se reparten además dos «entresijos» –piezas aún más breves a las que han dado este nombre– y la «Mojiganga de los infiernos de amor», escrita para la ocasión por Luis García Araús, dramaturgo encargado de hilar todo el espectáculo y moldear los textos antiguos.
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