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Combates

Bengasi se prepara para una larga resistencia

Para Bengasi ya no hay vuelta atrás: la ciudad no puede regresar al pasado ni se plantea un futuro con Muamar Gadafi, y por ello teme un contraataque y se prepara para luchar la última batalla.

Las fuerzas gadafistas toman Ras Lanuf y los rebeldes huyen al este
Las fuerzas gadafistas toman Ras Lanuf y los rebeldes huyen al estelarazon

Cuando las fuerzas del coronel empezaron a recuperar posiciones hacia el este, amenazando con marchar en dirección a Bengasi, en las calles de la ciudad se podía sentir el miedo, la rabia, la decepción y la preocupación por aquellos que estaban luchando en la perdida Ras Lanuf. En la última semana, desde que los combates se han recrudecido en el frente este, Bengasi está vacía: muchos de sus hombres, especialmente los jóvenes, se han ido a luchar, con el objetivo y la ingenuidad de conquistar Sirte y hacer caer Trípoli. Hay estimaciones de que más del 50% de los jóvenes habría abandonado la ciudad y esto hace que Bengasi quede expuesta a un posible contraataque del Ejército gubernamental, que ha recibido órdenes directas de reconquistar las zonas liberadas.

 Seif y Mohamed tienen 21 y 22 años respectivamente, sus hermanos mayores se marcharon para participar en la batalla por Ben Yawad, y sus madres les han ordenado a ellos quedarse en Bengasi. Las autoridades rebeldes también piden a los combatientes revolucionarios que permanezcan en la ciudad para protegerla ante una posible ofensiva por sorpresa, que podría llegar por tierra, mar y aire. La capital de la Libia libre sabe que es el objetivo de Gadafi y que allí se librará la batalla definitiva. Por ello, la frase más repetida por los revolucionarios, desde los adolescentes, hasta los responsables políticos y militares, es «vencer o morir». Iman Bughaighis, una representante del Gobierno rebelde, asegura que en Bengasi lucharán «hasta el último hombre y la última mujer» porque han alcanzado un punto de no retorno: «No podemos volver atrás, para nosotros no existen otras posibilidades», asegura esta mujer con entusiasmo y convicción. Esto es especialmente cierto para las caras visibles de la revolución, sus líderes y los miembros del nuevo Gobierno, como su presidente, Mustafa Abdelyalil, por cuya cabeza Gadafi ha ofrecido unos 300.000 euros. El portavoz del Ejecutivo de Bengasi, Isam Gheriani, cuyo nombre ha aparecido ya en todos los medios de comunicación del mundo, dice no tener miedo, aunque admite tomar precauciones para salvaguardar su integridad. Todos estos valientes e improvisados políticos reconocen que no contemplan un futuro bajo el régimen de Gadafi, porque si éste volviera a controlar el este de Libia llevaría a cabo una purga brutal, y porque ninguno está dispuesto a llegar a ningún tipo de compromiso con el dictador. Prefieren morir y están dispuestos a hacerlo. De hecho, miles de ellos combaten en las afueras de Brega, ya demasiado cerca.

Naser Al Haddar sería uno de los primeros «rebeldes» en ser eliminado si los gadafistas entran en Bengasi: es el responsable de todas las emisiones por satélite, en concreto las de la televisión Al Yazira, que se ha encargado de dar voz a los revolucionarios. «Si Gadafi vuelve a Bengasi, este edificio va a ser el primero que bombardee para que el mundo no pueda ver lo que está pasando», asegura este ingeniero de mediana edad. «Sus aviones, sus barcos o sus hombres vendrán a por mí».

 En un viejo edificio en la plaza central de Bengasi, junto a la sede del nuevo Gobierno y frente al mar, Naser estableció de forma rápida y precaria una plataforma para retransmitir las imágenes de la brutal represión de los primeros días de las revueltas. Ahora, muchos medios de comunicación, incluido LA RAZÓN, usan sus instalaciones. Naser no sabe si su destino ya está decidido, pero lloraba silenciosamente cuando le llegaban las noticias de las primeras derrotas de los rebeldes. Aun así aseguraba que la revolución acabará triunfando y que está dispuesto a pagar cualquier precio por ella, sobre todo para asegurarle un futuro mejor a su hijo, que nacerá dentro de menos de dos meses y se llamará Ibrahim, como el joven que le ayudó a crear su centro de comunicaciones y que ahora se encuentra en coma en el hospital, con un fragmento de metralla en la cabeza.