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Cabrita Reis y el orden

Tan cerca y tan lejos. El artista portugués reúne en Madrid pinturas, esculturas, dibujos y fotografías. PARA NO PERDERSEDónde: Galería Ivory Press (calle Comandante Zorita, 48) Cuándo: Hasta el 21 de diciembre.

El tiempo le ha curtido y le ha dado un lugar preeminente en el arte portugués contemporáneo
El tiempo le ha curtido y le ha dado un lugar preeminente en el arte portugués contemporáneolarazon

MADRID- Un color y diez años de ausencia de España. «Los rojos», que así se llama la exposición, para el regreso de Pedro Cabrita Reis (Lisboa, 1956). El tiempo le ha curtido y le ha dado un lugar preeminente en el arte portugués contemporáneo, donde su nombre se pronuncia casi con veneración y una deliciosa «g» gutural. Que se lo pregunten a Eduardo Souto de Moura, su colega luso y Pritzker. Vuelve a Madrid y lo hace en Ivory Press, el espacio que Elena Ochoa tiene abierto en la capital, de paredes blanquísimas, con un conjunto de trabajos que reúne su producción última: pinturas, dibujos, esculturas y fotografías a través de los que refuerza el equilibrio y la fuerza que desprenden sus trabajos. Tienen su lugar, pero a él le interesa el proceso y huye de los cambios bruscos, de los cortes radicales.

Su mirada es penetrante, tanto que parece que taladra. Y se acrecienta cuando su mirada se clava en un contraluz, coloca los brazos en jarras y viste un impecable traje oscuro. En la galería madrileña dice que se siente como si estuviera en su casa. Ocupa todo el espacio donde dialogan los materiales, cada uno en su lugar, haciendo suyos suelo y pared.

De pequeño aparcó el balón y dejó las canicas para los otros chavales. A él le iban los lapiceros y los papeles y pintar. Eran su equipaje. Hasta que, con el tiempo, lo que se convirtió en una pasión de juventud devino en «una intelectualización del proceso», como le gusta llamarlo a Cabrita Reis. Ahora, entre las obras que enseña en Madrid, deja ver una selección de dibujos, 20, inspirados en una de sus últimas series fotográficas recogidas en el libro «Three of Light», que componen imágenes en blanco y negro de los olivos que cultiva, casi con el mimo y la dedicación de un orfebre, en su finca del Algarve. Allí tiene su estudio, lleno de los objetos que ha ido recogiendo para darles una segunda vida o una tercera en forma de pieza de arte, como si de un sanatorio se tratara. Y se prepara para que en 2012 la Tate Modern le deje formar parte de su colección. Todo, dentro de un orden.