Andalucía

Empeñado en la derrota

La Razón
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Si se quiere evitar la acusación que pende sobre los economistas (que viven de saber explicar sus errores de predicción) no descartemos, pese a su empeño en la derrota, las posibilidades de Griñán. El presidente de la Junta culminará con las elecciones andaluzas del próximo 25 de marzo tres años de la legislatura que heredó del tipo con el que iba al cine los fines de semana, Manuel Chaves. Ahora, los matrimonios Chaves-Griñán no irían juntos ni en el día del espectador.
Andalucía es el 20% del peso poblacional español, el 18% del presupuesto del Estado, un cuerpo electoral firme al que es imposible despreciar.
En este furioso tiempo de crisis, el quebradizo líder de los socialistas andaluces ha recauchutado dos veces sus mediocres equipos de gobierno; se ha enfrentado con Rodríguez Zapatero cerrando la línea de sucesión a Mar Moreno –la mujer que pretendía el ex presidente del Gobierno para renovar el patio andaluz–; ha avivado con su soberbia y sus dudas las vendettas de la vieja guardia chavista y ha encadenado dos colosales derrotas (22 de mayo y 20 de noviembre) que el PP ha saldado con la toma del poder en las ocho capitales de provincia y cinco diputaciones. Este pasado fin de semana, Griñán ha sumado su última –por ahora– apuesta errada con su decidido apoyo por la candidatura de Carme Chacón. El entorno del presidente andaluz había propagado la obligación de apostar por Chacón para «vampirizar» para su líder la presunta imagen de la renovación que transmitía la catalana. La victoria de Rubalcaba trunca tal línea argumental y obliga a una «entente cordiale» de imposible cumplimiento entre dos facciones ahora en lucha por el reducto del poder: griñanistas y rubalcabistas-chavistas. En estos días se configuran las listas electorales para las autonómicas. La actuación desmedida de la número dos en el PSOE andaluz, Susana Díaz, vicaria de Griñán, para extraer el voto a los delegados del 38 Congreso, ha dejado sembradas las tempestades.
En Andalucía se hace cierto aquello que Galdós decía para el Madrid de finales del XIX: «No hay nada más público que un secreto». Hasta la llegada al poder de Griñán, la corrupción institucional no había calado en la opinión pública al punto de poner en riesgo una sólida estructura de poder con ramificaciones en todos los sectores de la sociedad, la cultura y la economía. En estas decadas, la gran corrupción ni siquiera ha sido importada como tema de interés en los medios de comunicación nacionales. Se asumía como una parte de la idiosincrasia del sur y listo. Las raíces del llamado caso de los ERE están en el ejercicio económico del 1999. Habían pasado más de 10 años cuando se comenzó a desempolvar la investigación periodística, ya con Griñán en el poder. Ahora gotean los dosieres, hay una activa colaboración del personal administrativo en el suministro de documentos comprometedores y se prodigan las gargantas profundas. Resulta más difícil explicar detalladamente cómo se han ido 1.000 millones de ayudas públicas por el desagüe si no se cuenta con la contundencia de la imagen de un chófer de un director general de Empleo que aclara que el desagüe estaba en su nariz y era de cocaína. Con este ambientazo, Griñán tendría que tener bloqueadas las posibilidades de resistencia al frente de la Administración andaluza. Pero no. Las últimas encuestas sólo dan una ajustada mayoría absoluta al PP. Y si salen las cuentas, el pacto PSOE e IU se da por hecho. Si dentro de cincuenta días el paisaje socialista permanece en Andalucía, habrá que empezar a vivir, como los economistas, de saber explicar los errrores de predicción.


Griñán logra la presidencia tras forzar la salida de Chaves
El presidente de la Junta de Andalucía, sucesor en ese cargo de Manuel Chaves, como en la Secretaría General del PSOE andaluz, vuelve a sustituir a éste en la presidencia nacional de la formación. Dijo que es «muy bonito» ese relevo, pero fuentes del partido aseguran que tensó de nuevo la cuerda para lograrlo. Según ha podido saber LA RAZÓN, y pese a que el ex vicepresidente del Gobierno central afirmó que se ha ido cuando el PSOE se lo ha pedido, durante las negociaciones para conformar los nuevos organigramas directivos que se prolongaron hasta la mañana de ayer, el equipo del presidente andaluz hizo bandera de los Estatutos para reclamar la salida de Chaves.