El Cairo

Saleh: «No me plegaré a los dictados extranjeros Me quedaré en Yemen»

Los civiles que empezaron a abandonar la capital yemení, Saná, y el empleo de armamento pesado confirman los temores de que la situación puede estar degenerando en una guerra tras cuatro meses de protestas contra el presidente, Ali Abdala Saleh, que se niega a dejar el poder.

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Los enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y milicianos tribales prosiguieron ayer por tercer día consecutivo, en los que habrían muchos muertos y heridos. La violencia amenaza con extenderse más allá del barrio de Al Hasba, donde se encuentra la residencia del líder tribal Sadiq Al Ahmar, que retiró su apoyo a Saleh. Sus hombres ocuparon varios edificios públicos. Las tropas de Saleh bloquearon ayer las entradas a la capital para evitar que los milicianos recibieran refuerzos, mientras que los habitantes de Saná se dirigían precisamente a las afueras tras haberse visto afectados por el lanzamiento de artillería pesada y los primeros problemas de abastecimiento de agua y electricidad.

Ambos bandos se acusan de querer llevar al país a una guerra civil, algo que hasta el momento se ha evitado porque ninguno de los grupos en conflicto había tomado las armas. Por su parte, el presidente dijo ayer que no permitiría que Yemen se convierta en un Estado fallido, feudo de Al Qaida, que según él está más activa desde que se desataron las revueltas en el país, aunque reiteró su compromiso en la lucha contra el terrorismo. «No me plegará a los dictados internacionales para que dimita», señaló a Reuters. «Me quedaré en Yemen. Presidiré mi partido y estaré en la oposición». El mandatario volvió a lanzar mensajes contradictorios sobre su disponibilidad a dejar el poder, que no el país, y a firmar el acuerdo elaborado por el Consejo de Cooperación del Golfo, que observa ahora preocupado la violencia que podría incendiar la Península Arábiga.