Murcia

OPINIÓN: Condón

La Razón
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El Papa Benedicto XVI se ha referido al condón, cuyo uso ahora admite, aunque a regañadientes y solo para ocasiones excepcionales, por ejemplo para evitar en algunos países africanos el contagio del Sida. Pero advierte que lo que hay que hacer para evitar ese contagio y otros malos mayores es practicar la contención y, sobre todo, concluye: «Hay que humanizar el sexo». Pues precisamente en ese «humanizar el sexo» está la clave de todo. No quiero entrar ahora en la polémica general sobre el sexo, o en hacer hermenéutica de sus palabras, me referiré únicamente a esa frase. Si lo que el Papa desea es la «humanización» de estas relaciones cuerpo a cuerpo conviene decir que lo propiamente humano es, precisamente, ir más allá de la mera reproducción cuando practicamos la cohabitación sexual. Lo genuinamente humano es el erotismo, una invención cultural y natural al mismo tiempo del hombre, frente a la mayoría de los animales, que se encelan en etapas concretas sólo para engendrar. Los seres humanos se acarician, se tocan, se besan, se soban, sin necesidad de dar nuevos hijos al mundo, y eso, entre otras cosas puramente culturales, humanas, nos aleja del estado servil que nos limita a la pura naturaleza. El hombre, quería Kant, es justamente todo aquello que no es por naturaleza. La Iglesia, que tanta compasión muestra hacia la miseria y el dolor humanos, y que precisamente nos regaló un Dios que se hizo hombre, carne, para redimirnos en cuerpo y alma, mantiene sin embargo un paradójico espanto hacia la carne, y también, al parecer, hacia el erotismo, esa maravillosa creación que nos humaniza. En fin.