Nueva York
Gallardón llama a su perra «la niña» por Jesús MARIÑAS
Bonita manera de magnificar el cincuenta aniversario del Garbanzo de Plata en su sede de Torres Bermejas.
Un local emblemático que conserva doble sabor, el flamenco y gastronómico, en un Madrid ya casi huérfano de tablaos que enloquecen al turista japonés. Era una espina que Gallardón llevaba clavada, al final se lo han concedido. El sapientísimo Enrique de Aguinaga habló de que «nuestro negocio común es Madrid, ya entre las cinco mejores ciudades del mundo –¿dónde dejan Barcelona?, me pregunto– con Nueva York, París, Londres y Berlín». Se ve que no se acuerdan de Oriente o Asia mostrando provincianismo casi galdosiano como Aguinaga o Amestoy en sus parlamentos.
Ángel del Río, cronista de la Villa, precisaba que Gallardón es «el alcalde 231 desde el año 1200». Álvarez del Manzano batió récords que podría superar Gallardón con más de doce años. «Yo fui el 226, 227 y 228 y Alberto –que mostraba en su portátil la foto de su perra, a la llama «la niña» – hace el 231».
Medio siglo de tertulia conservadora de mentes preclaras, como la del irrepetible Antonio Olano apoyado en un bastón como si fuera Don Juan Carlos. Comentaban que Casa Real, lo que no implica al Monarca aunque sea su titular, reaccionó bien, pronto y cabalmente dando marcha atrás a la absurda censura de redactores al apretado programa de Reyes y Príncipes. Las Infantas Elena y Cristina apenas se dejan ver, aunque Elena está en su mejor momento.
Casi me pongo cursi como Ruiz-Gallardón ante el recuerdo de su abuelo, el cronista franquista Arrumí, su padre o el antepasado Albéniz, que lo emparenta a la primera esposa de Sarkozy. «Será genético o circunstancial», comentaban ante Miquel Oriol feliz por tener de inquilina en su ático a Tamara Falcó, uno de los encantos actuales, que parece desmadrada con el noviete italiano. Dan que hablar como el dilatado Gobierno municipal, magnificado por Arturo Fernández ofreciendo «todo el apoyo empresarial» como titular de la CEOE. «Cuenta con nosotros, alcalde querido», brindó, y alguien opinó que «igual son dadivosos y se hacen cargo de la deuda del Ayuntamiento». Nada criticaron del cambio de su sede. «Pero ahí el alcalde se equivoca porque el camino más corto a Moncloa es la Gran Vía», reivindicó Amestoy, que definió a Gallardón como «el garbanzo negro de la derecha española» –lo que hizo sonreír al aludido– y que «esta peña nació cuando Alberto todavía era de derechas». Mingote tomó nota, ya reconvertido en Séneca ante su esposa, Isabel, magnífica y justa, con pata de gallo blanquinegra. Utrera Molina, suegro del homenajeado, rió con las siempre inteligentes salidas de un Olano muy genio y figura. Son para un archivo histórico.
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