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Soy minero por José Ramón Pin Arboledas

La Razón
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El título es de una canción que entonaba Antonio Molina, artista y padre de toda una saga de artistas. La portada del disco decía: «Esa voz es una mina». En su letra había frases como: soy minero y templé mi corazón con pico y barrena; soy barrenero porque a mí nada me espanta… Letra que expresa la dureza del trabajo y el carácter mineros. Una forma de ser que el sector del carbón ha querido demostrar con sus marchas y manifestaciones, manchadas de algaradas las últimas semanas. Hay que reconocerlo: es un trabajo duro. Lo que pasa es que el carbón español no es rentable.

No es rentable para los usuarios del producto último, la electricidad. Por eso, al final, como el coste es superior al precio de venta, esa diferencia la pagamos todos los ciudadanos a través de los impuestos subvencionando las empresas. De hecho las grandes empresas eléctricas no quieren usarlo: además de caro es contaminante.

La sospecha es que el sistema es muy beneficioso para empresarios mineros y dirigentes sindicales. Si fuera una ruina para ellos hace tiempo que las explotaciones estarían cerradas. La solidaridad es una virtud. Pero, hacer ricos con cargo al erario público es una irresponsabilidad, especialmente ahora. No me refiero a los trabajadores, que cumplen su tarea.

La excusa del sector es que mantiene puestos de trabajo y una manera de vivir de comarcas enteras. Comarcas que, tarde o temprano, tendrán que buscar otra forma de ganarse la vida. Cuanto antes mejor. ¿Qué futuro espera a los jóvenes que entran en el tajo? Manifestarse dentro de cinco años para pedir más subvenciones, o dentro de diez, o dentro de quince… ¿No sería mejor pagar directamente al empleado y reciclarlo sin pasar por las arcas del empresariado o del sindicato?

La comarca Catalana de Cercs, hace muchos años, clausuró una explotación a cielo abierto y recicló sus trabajadores. Fue un concierto entre la empresa, sindicatos, administración y los propios empleados. Ése es el camino, no la subvención.

En cambio, ayer por la tarde, con el Ministerio de Industria negociaban empresarios y sindicalistas. El ministerio tiene que defender los intereses de todos los españoles, también de los mineros, pero debe tener cuidado con los dos grupos que tenía de interlocutores. Ambos representan también los intereses de quienes sin respirar el polvo del carbón se lucran de los impuestos. Así cualquiera puede cantar: «Soy minero…».

 

José Ramón Pin Arboledas
Profesor del IESE