Cataluña
Muera la moda
Vamos a ver si nos entendemos y nos ponemos un poco «al día». La posmodernidad se opone a la modernidad y a sus modas. Esto parece incomprensible. Pero lo que sucede hoy en día es que conviven muchas maneras de entender el arte y la moda misma. Se dice que «todo vale» y la realidad es que, en efecto, todo vale y todo tiene un precio, si es bueno. Estamos en otra era, el mundo y el arte comienzan a entenderse de otro modo. Hay reajuste económico y reajuste de valores. En el área de los valores estéticos hay que darle cabida a cuantos valores no están de moda, pero han sido valores siempre: la calidad, la originalidad, estén donde estén y se hallen donde se hallen. Eso es lo que está pasando ahora y podemos observarlo muy fácilmente.
Hace ochenta años el mundo cultural, el sentido de la evolución y la idea de la originalidad era más provinciano, por decirlo así. Las vanguardias se fueron desarrollando al par que las ideologías y hasta su definición de «vanguardia» es de origen militar y de carácter bélico. En principio, el surrealismo se declaraba comunista. Pero su capitán general o sumo pontífice, André Breton, ante la violencia y la intolerancia represiva de dicho régimen, decidió que la libertad de la expresión estética está por encima de cualquier partidismo político. El arte menor y secundario es sólo el que exigen y pagan el banquero, el rentista, la mayoría burguesa y el hombre medio. No son otros los que se dejan impresionar por las modas y, como se sienten con poder, capaces de inventarlas y sacarles un provecho económico.
En este terreno del arte hay que tener presente que la moda sólo estimula a los artistas mediocres. Ni Miguel Ángel ni Picasso hicieron nada que estuviera de moda. Ni el Bosco ni Caravaggio ni… ¿Para qué seguir citando? No hubieran sido grandes maestros ni hubieran sido originales. Yo me he interesado mucho –dado mi oficio– por la moda en la vestimenta. Y desde Worth a Christian Dior, ningún modista importante ha seguido la moda sino que la ha creado.
Pero, en el terreno de la creación original, ésta se produce siempre íntimamente al margen de la moda. Les voy a contar mi historia: Yo me revelé como dramaturgo moderno, siguiendo el modelo del «Auto Sacramental» desacralizado, lo mismo que mi contemporáneo japonés, Mishima, hizo con relación al tradicional teatro «No» de su país. Guardando todas las distancias, los dos hemos pasado por artistas originales. Pero aún puedo aducir más.
Yo soy manchego –también lo era Buero Vallejo– y soy amigo de dos manchegos que están de moda. La Mancha es una región que nunca estuvo de moda, salvo por «el Quijote», pero allí se quedó. Nunca levantó el gallo, como Cataluña, pero ahora cuenta con dos estupendos creadores manchegos y de fama internacional.
El carácter manchego es muy especial, digamos que de una filosofía «cazurra», de observador independiente, que no tiene muy en cuenta la moda. El realismo de los manchegos es bastante crudo. El propio Cervantes lo pone de relieve. Sansón Carrasco es un manchego lleno de recámara. También Antonio López y Pedro Almodóvar, son esos manchegos llenos de recámara.
Antonio comenzó pintando como le enseñaba su tío, muy conservador y modesto, pero con el orgullo natural de tantos artistas. Antoñito, en su juventud, dibujaba «academias» que podían competir con las de Casado del Alisal o Pradilla. Esto era lo sorprendente: –«No está de moda», decían sus admirados condiscípulos, «pero es estupendo».
¡Y tanto! Ahora se ve que es «un posmoderno» como la copa de un pino. Lo mismo sucede con Almodóvar, que siempre fue un «offsider», desde el principio. Hacía películas en «superocho» con escenas que nunca estuvieron de moda, o no serían de Pedro Almodóvar. En general, el creador no tiene modelos y, si los tiene, son muy antiguos y no están de moda. La moda «underground» va contra la moda. En fin, creo que ustedes me habrán entendido.
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