Andorra
La «operación Marta» cojea
La «operación Galgo» es producto de una investigación exhaustiva llevada a cabo por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y, según parece, adquiere el nombre de un apodo de Marta Domínguez, «La galga de Palencia».
No podía ser de otra manera al considerar la trascendencia mediática de cada uno de los implicados, ninguno como la campeona del mundo de los 3.000 para despertar el interés, la desazón, la desilusión y la rabia entre los aficionados al deporte y aquellos que no lo son. Marta era la bandera del atletismo español y su detención, para declarar durante casi siete horas el 9 de diciembre en su ciudad natal, ha sido suficiente para destrozar su imagen.
Si la jueza Mercedes Pérez Barrios, quien le tomó declaración el pasado miércoles durante dos horas, llegara a declararla inocente, en un proceso que por el bien de todos no debería ser tan largo como el aún inacabado de la «operación Puerto» (2006), a Domínguez le costaría recuperar la credibilidad perdida, si es que eso fuera posible. Lo que, con el paso de los días ya no resulta tan obvio es su intervención; de ello podría inferirse que la «operación Marta» cojea; aunque emitir cualquier juicio, en pro o en contra, a estas alturas, resulta arriesgado.
Sin acusación de dopaje
Pese a la exhaustiva investigación –alrededor de 5.000 folios contiene el sumario–, iniciada en el mes de abril, la defensa de Marta Domínguez intenta desvincularla del resto de los imputados porque, primero, no ha sido acusada de dopaje. Ella, además, niega cualquier conexión con el médico Eufemiano Fuentes, quien, a su vez, asegura a sus íntimos que en esta ocasión, al contrario que en la anterior, han errado el tiro, que él no está implicado. Segundo: no está probado que haya blanqueado dinero, aunque hay dos cuentas a su nombre, una en Andorra y otra en Mónaco. Y tercero y principal: la acusan de «suministro de sustancias prohibidas», no de traficar con ellas. En este punto es donde el expediente muestra dos lagunas inconcebibles, o al menos una que choca con la legalidad.
Dos pruebas se aportan para demostrar, después del seguimiento, que Marta es una «camella». Primera: en una cafetería entregó a su manager, José Alonso Valero, «Pepillo», un sobre que éste trasladó a Alberto García –atleta que ya fue sancionado con dos años por un positivo con EPO– y cuyo contenido se sospecha que era un bote con sustancias dopantes, extremo que no se ha comprobado. Segunda: Domínguez ayuda a poner, que no suministra, a Eugenio Lago, atleta que actuaba para ella como «liebre», una venda en el tobillo para seguir un tratamiento de glucocorticosteroides mediante iontoferosis, porque arrastraba una lesión muscular, y que está homologado por la AMA (Agencia Mundial Antidopaje).
El 25 de diciembre de 2009, mañana hará un año, publicaba lo siguiente el BOE: «Resolución de 18 de diciembre de 2009 de la Presidencia del Consejo Superior de Deportes, por la que se aprueba la lista de sustancias y métodos prohibidos del deporte. En el apartado S-9, glucocorticosteroides, los preparados de uso tópico que se utilicen para trastornos auriculares, bucales, dermatológicos (con inclusión de iontoferosis /fonoferosis), gingivales, nasales, oftalmológicos y perianales no están prohibidos y no requieren una Autorización de Uso Terapéutico ni una Declaración de Uso».
Ni Marta ni Eugenio hicieron nada antirreglamentario.
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