Criminalidad

A la caza de las mentes criminales

Cuando los delincuentes no dejan evidencias físicas, la Policía se sirve de las «huellas psicológicas» para resolver casos como el de Marta del Castillo o los niños de Córdoba

A la caza de las mentes criminales
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Tenemos dos casos. En el primero, un varón de 50 años es asaltado en plena calle, recibe dos puñaladas en el pecho, le roban la cartera y el delincuente huye. Parece un simple robo, pero podría tratarse de algo personal: ¿qué «ratero» elige tan mal la hora –en torno a las 8:00 horas, cuando todo el mundo acude a trabajar– y el lugar –una calle muy concurrida–? En el segundo, una anciana ha sido asaltada en su domicilio, ha fallecido tras recibir un golpe en la cabeza y su casa ha sido desvalijada. Podría sospecharse de alguien cercano que quisiera hacerle daño, pero en este caso hay una evidencia de peso: el desorden que presentaba la casa, totalmente revuelta, llevaba con claridad la firma de un ladrón.

Éstos son dos de los casos que actualmente investiga la Sección de Análisis de Conducta (SAC) de la Policía Nacional. En ambos hay algo en común: no hemos hablado de evidencias físicas. El criminal se ha «dejado» en sendos escenarios del crimen evidencias más inconscientes. Más «psicológicas». No en vano, los agentes de esta unidad indagan en la psicología de la víctima, pero también en la del delincuente. Es más, tratan de pensar como él. Y es que los indicios de su comportamiento pueden llevar a reconstruir los hechos. Incluso cuentan con su propio método, denominado VERA: víctima, escena, reconstrucción y autor.

«Dispones de esos cuatro cajones, y metes cada dato en su cajoncito. Cuando ya los tienes todos, empiezas a relacionarlos», afirma Juan Enrique Soto, responsable de la SAC, unidad formada por psicólogos, creada hace dos años inspirada en los métodos empleados por Scotland Yard y el FBI, y que en este tiempo ha participado en más de una docena de casos. Parecen pocos, pero el número es engañoso. Como recuerda Soto, «el porcentaje de esclarecimiento de los delitos es muy alto». Así, los agentes que investigan un caso sólo recurren a la SAC como último recurso cuando están «atascados» . Y «los compañeros que acuden a nosotros quedan fidelizados». Porque si se presenta un caso complicado, «cuanto antes nos llamen, mejor». Algo que puede ayudar a que esta reducida unidad, que sólo cuenta con tres miembros, pueda tener pequeñas «delegaciones» en todo el territorio.

Por sus manos han pasado casos variopintos: un hombre que mandó cartas a la Policía confesando un triple homicidio; una persona obsesionada por un famoso al que no dejaba de escribir correspondencia, aunque al final no se abrieron diligencias; el incendio de una vivienda en la que residía un matrimonio, y cuyo culpable resultó ser la ex pareja de él... Pero si de «atascos» se trata, la SAC ha colaborado en dos de los casos que más quebraderos de cabeza han dado –y dan– a la Justicia: la desaparición de los niños cordobeses Ruth y José, y el asesinato de la sevillana Marta del Castillo. O lo que es lo mismo: las mentes criminales de José Bretón y Miguel Carcaño. De hecho, hace unos meses se filtraron las conclusiones del informe de la SAC sobre Bretón. Estudiaron los vídeos en los que el detenido declaraba ante el juez. Analizaron sus gestos, miradas, su voz... ¿Su conclusión? No decía la verdad.

Suficientemente hábil
«Bretón es un psicópata. Lo demuestra con su comportamiento imperturbable», asegura Soto. Pero también es verdad que se trata de «un individuo muy inteligente, en el sentido de que se adapta muy bien a la situación que vive y es capaz de manejarla, de integrarla a su conducta». De hecho, hay que tener cuidado al interrogarle, «porque si le das mucha información en la pregunta, es suficientemente hábil como para integrar esa información en la respuesta».
Para Soto, lo más difícil del caso «es que él es la principal fuente de información. Y eso es lo que hace de éste un asunto difícil». No en vano, es complicado «dar con el botón de una persona tan hermética». ¿Juntarle una vez más con su mujer, quizá? «Ya le hemos visto desenvolverse así. Y si no ha reaccionado hasta ahora, no parece que vaya a cambiar», opina el psicólogo. Al menos, el hecho de que Bretón esté demostrando un comportamiento más «chulesco» denota «que las cosas se están haciendo bien: se está descontrolando».

En cuanto al «caso Marta del Castillo», Soto cuenta que la colaboración de la SAC se centró en el juicio. Analizaron todas las declaraciones para extraer posibles contradicciones y prepararon los turnos de los sospechosos para ser interrogados, algo que «sugerimos a los fiscales». En el caso de Carcaño, lo más difícil fue discernir «de entre las versiones falsas y las verdaderas, porque en algunas se autoinculpaba de hechos más graves de los que en realidad había cometido».

 

Desmontar falsas denuncias
Un individuo entró en la vivienda de un pediatra, donde estaba una empleada del hogar. Tomó a la mujer y la amordazó, la agredió sexualmente, quemó objetos y robó 5.500 euros. Juan Enrique Soto (en la imagen) creyó que se trataba de una mala praxis médica. Tras la investigación del SAC resultó ser un montaje entre madre e hijo que se descubrió gracias a un martillo -el agresor no utilizó el arma en ningún momento-.

 

José Bretón
«Su comportamiento imperturbable demuestra que es un psicópata. Es hermético y muy inteligente, capaz de obtener información de una pregunta e integrarla a su respuesta «terrorista».
Miguel Carcaño
«No es un psicópata. Lo más complicado es discernir sus versiones falsas de las verdaderas, porque se autoinculpaba de delitos más graves. Cree que la vida es un cheque en blanco».