Bélgica
Preparado y y sin prisa
Lunes, 24 de enero de 2011. El lunes pasado. La oficina de prensa de La Zarzuela había convocado una reunión con los periodistas que habitualmente cubren la información de la Casa Real para comentar algunos eventos de este año: que hoy el Príncipe de Asturias cumpliría 43 años; que se celebraban 25 de su jura de la Constitución, (31 de enero de 1986), cuando cumplió 18 años… Un acto informal que prometía poco
De improviso, apareció el Príncipe Felipe, se incorporó a la reunión y se puso a charlar con los periodistas. ¿De qué? De ese 25 aniversario de su «conversión» en Heredero, y de que se siente perfectamente «preparado para asumir la Corona» en el momento que sea preciso. Aunque, añadió, no tenía «ninguna prisa» en que eso se produjera.
Naturalmente, hubo quien se puso a especular sobre la salud de Don Juan Carlos, pero la realidad que se quería transmitir nada tenía que ver. Era una ocasión para recordar que el Príncipe era el Heredero y que estaba, como él mismo recordó, preparado para asumir, cuando fuera necesario, la Jefatura del Estado.
En Europa hay nueve príncipes «preparados» para asumir el trono de su país. Si aún no lo han hecho, no es por dificultades internas, crisis económicas, o problemas personales. La realidad es que la enfermedad de algunos soberanos, como Harald de Noruega, o el cansancio de otros, como Beatriz de Holanda, tampoco han propiciado su relevo. Se ha impuesto el criterio, tradicional por otro lado, de que los soberanos no abdican o renuncian al trono, y que sólo la muerte propicia su cambio. Es verdad que esa situación de «herederos a la espera» se ha prolongado en algunos casos durante muchos años, pero nadie duda hoy de que Carlos de Inglaterra está en mejores condiciones que hace unos años para asumir su papel de rey. Y es que el problema no es el cuándo, sino el qué hacen los herederos hasta que accedan al trono. En algunas monarquías como las nórdicas –Suecia, Noruega o Dinamarca– esta cuestión resulta más sencilla que en otras, pues el papel reservado al rey respecto al heredero es casi meramente protocolario, pero en otros países las competencias del soberano son más amplias o añaden dificultades coyunturales como la amenaza de secesión en Bélgica. ¿Qué hacer entonces?
Si analizamos la actividad desarrollada por los Príncipes durante los últimos meses, hay muy pocas diferencias con las agendas que conocemos más lejanas. Sólo la ausencia de la Infanta Cristina o el nuevo trabajo de Doña Elena ha multiplicado su presencia en otros actos. Pero eso no implicaba una estrategia distinta. Es decir, los Príncipes siguen haciendo la misma vida que hacían hace unos años, pero con algunos actos más.
¿Qué hacen otros príncipes herederos? Las cosas de la vida casi hicieron coincidir en el tiempo la boda de nuestros Príncipes con las de los herederos de otros países: Dinamarca, Noruega, y ya más lejanas fueron las de los Países Bajos y Bélgica. Tras aquellos matrimonios, si hemos seguido la actividad de herederos de Europa, hay un denominador común: todos se han dedicado a viajar por sus países, a conocer a sus ciudadanos y han puesto especial interés en conocer la realidad política, cultural, económica y social de sus países. Es lo que tenían que hacer.
Es lo que hizo Don Juan Carlos cuando le preguntó a Franco, tras nombrarle sucesor, que qué hacía a partir de entonces. «Viaje por España –le dijo el General–. Que los españoles le conozcan».
Un conato de visita
Los Príncipes no podían hacer otra cosa. Y lo han hecho, pero a medias. Me explico. Hubo un conato de visitar «de manera oficial» todas las comunidades autónomas que empezó en Baleares y acabó también allí. Desconozco si es oportuno o no que hagan esa visita «oficial» o si es más conveniente que, simplemente, visiten las ciudades de España cuando algún acto lo requiere.
Pero lo que sí sé es que la presencia de los Príncipes en algunos actos no es que resulte improvisada, simplemente no obedece, en mi opinión, a un plan previamente pensado y establecido con un fin. Hay otro tipo de actos, de más calado, que exigen la presencia de los Príncipes. Ha llegado el momento de que Don Felipe y Doña Letizia empiecen a ejercer de herederos. No se trata sólo de representar a los Reyes en las tomas de posesión de los presidentes latinoamericanos sino, sobre todo, de establecer contactos políticos. Fueron esos contactos en el caso de Don Juan Carlos los que luego le permitieron conocer y ser conocido por los líderes mundiales. Y la Princesa lo mismo. En todos aquellos viajes por España también acompañaba a Don Juan Carlos Doña Sofía. La presencia de Doña Letizia también le conviene al Príncipe. Quizá sea una actividad más exigente, pero su juventud también ayudará. Es el momento de ganarse el futuro.
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