Congreso Extraordinario del PSOE
Brutos de sobra por Lucas Haurie
Por la suntuosidad de la tramoya, diríase que en el PSOE federal se preparaba el apuñalamiento de Julio César, con José Antonio (¡¡presente!!) Griñán en el papel de Bruto algo talludito, pues no tiene edad para ser el hijo del finado sino casi su padre y además el virrey andaluz tiene un cargo orgánico jerárquicamente superior a Rubalcaba. Al triunviro devenido en dictador lo mató un complot de senadores (etimológicamente: «ancianos») y contra el aspirante a presidente conspira un barón autonómico añoso pero quebrado, al que ascendieron para que se estrellase pero se ha ungido de carisma pese a cosechar una sonora derrota en las únicas elecciones a las que ha concurrido. Hasta aquí las similitudes porque la veloz caducidad del líder socialista y el empeño en apearlo del cargo por las bravas tiene más de salvajismo visigótico que de drama shakesperiano. Además, en la reunión de ayer nadie agarró la toga del secretario general ni éste pudo rebelarse con grandeza: Ista quides vis est? La política moderna es el reino de la hipocresía, un mundo virtual en el que se escenifica concordia cuando más tensas son las relaciones y donde la escala ascendente de inquina la componen adversarios, enemigos y, en la cúspide, compañeros de partido. Según clasificación atinada de Tierno Galván, a quien Alfonso Guerra ¡un conmilitón! motejó como «víbora con cataratas». En ésas andaba la izquierda hace treinta años, con más de doscientos diputados recién elegidos en el Congreso. Ahora que no mandan ni en la comunidad de vecinos...
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