Londres

La semana de Martín Prieto: El paro una montaña rusa

La reforma laboral no se propone para echar a la gente de su empleo sino para crear trabajo, pero los sindicatos españoles no lo quieren entender. Nunca han sido tan reaccionarios como ahora.

Celia Sánchez Ramos
Celia Sánchez Ramoslarazon

Adolfo Suárez navegó como pudo la marea del paro entre una terrible crisis petrolífera que nos doblaba el espinazo. Felipe González soportó dos huelgas y media generales cuando Nicolás Redondo le comunicó que las cosas no podían seguir así. Después de 20 años de administración socialista sólo cabe pensar que a éstos les excita la tasa de desempleo porque no paran de procurarlo. Hay gente pa´to. Con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero intentar contratar a un sujeto es tarea de romanos.A confesión de parte quiero hacerle un contrato de trabajo a una secretaria ejecutiva y la Administración no me pone una alfombra roja y me besa los pies sino que me coloca las cosas imposibles: debo poner miles de euros para respaldar la empresa contratante, carezco de alivios fiscales, no quieren firmar y me miran como si perteneciera a la Cofradía del Puerto de Arrebatacapas. No hay problemas. Un puesto de trabajo menos para mayor gloria de ZP y su chica rubia, y leptosomática que le lleva la economía, y para Cándido Méndez, que cree que los sindicatos sólo están para defender a los empleados, perspectiva reaccionaria donde las haya.La reforma laboral no consiste en echar gratis a los obreros, como supone esta carcunda sino en facilitar el acceso a los puestos de trabajo. Con esta política misérrima sólo logramos más de un 20% de parados, 1.500.000 de mayores de 45 años que nunca volverán a trabajar y 1.300.000 de españoles en cuyas familias están todos en el paro. Sólo nos queda una cosa: volver a votarlos. Como están ideologizados les molesta el pleno empleo. Que no se molesten que han conseguido el pleno desempleo, caldo de cultivo para la ingeniería social y esa república activa del filósofo Petit, más pequeño que su apellido y al que sólo entiende Zapatero.

ETA se mueveLa negociación con ETA se mantiene desde el finado Almirante Carrero Blanco. Que Zapatero lo intente de nuevo no es cosa que nos mueva a sorpresa. Que Josu Ternera se mueva libre por Europa es de cajón porque es un interlocutor válido, y que se libere a Usabiaga (ex secretario general del sindicato abertzale LAB, hombre clave en toda negociación con la banda) es lógico teniendo en cuenta las volinaterias de Baltasar Garzón, que nunca se sabrá si es un sicario del Gobierno o su servidor. La desaparición en Irlanda del Norte de De Juana Chaos es irrelevante porque este lobo no puede participar en ninguna negociación. ETA no entregará las armas y sólo admite la independencia incondicional de Euskadi y Navarra más las provincias francesas. Hablar con ellos es hacerlo contra un muro, pero ZP, como en el manejo de la crisis económica, sigue creyendo en las hadas y en su baraka.

EL PERSONAJE DE LA SEMANACelia Sánchez RamosLa ministra de Investigación y Ciencia, Cristina Garmendia, es una de las que deberían desaparecer del organigrama gubernamental por falta de rentabilidad e ideas. Sólo se la conoce porque es alta, rubia con mechas y por su empresa familiar de biotecnología. La iniciativa privada (Rafael del Pino) está construyendo los nuevos aeropuertos de Londres y sus respectivas torres de control. Del Pino se cansó de viajar semanalmente a la capital británica e instaló los estudios en Madrid con sus arquitectos, encabezados por Norman Foster, más conocido como marido de la doctora Ochoa, la del sexo. Tecnología tenemos pero con desdén oficial. Aquello de Unamuno que inventen ellos fue un retruécano.Celia Sánchez Ramos acaba de ganar el Gran Premio Internacional de las Invenciones, con medalla de oro. Es el Nobel de los inventos y la primera española que lo recibe. Su descubrimiento permite conocer la cara interna de la córnea y medir sus variables; se introducen en un banco de datos con código cifrado para cada individuo. Está llamado a ser una revolución dentro de la alta seguridad. Para entrar a la sala del Consejo de Ministros habrá que poner el ojo. Dios lo quiera. Esta desgraciada nunca será ministra de Igualdad.