Estados Unidos
El zarpazo de Locarno
El festival presenta la irregular "Arraianos", del español Eloy Enciso
Figura entre los 15 festivales más importantes del mundo y cada verano hace que el foco de atención se centre sobre esta localidad suiza. Hasta el momento, el filme que se ha llevado una mayor ovación es "Padroni di casa", que hizo casi temblar el Palacio de los Deportes. Había unanimidad entre la crítica, pero no me pareció para tanto, aunque creo que recorrerá varios festivales. La historia, dirigida por Eduardo Gabriellini, tiene un buen planteamiento, pero se desinfla al final, quizá porque el director no sabe resolver el final del relato que se centra en dos hermanos que se trasladan a hacer unas ferormas a la residencia de un cantante famoso. Cuando parece que la película coge vuelo, el director se embarulla y lo que prometía se queda en nada. Sin embargo lo que ha dado de sí han sido los premios, cada día se ha otorgado uno: desde Charlotte Rampling a Johhnnie Tatoo, pasando por un emocionadísimo Harry Belafonte o un juvenil y pizpireto Gael García Bernal.
Entre las cosas que no entendems de esta edición es el hecho de haber programado en la Piazza Grande una cinta como "Bachelorette", de Lesley Leasdland, un realizador, por llamarlo de alguna manera, que no sabe ni escribir un guión ni dirigir una película. Es sonrojante ver este filme, casi lo mismo que asistir al pase de la española "Arraianos", de Eloy Enciso, que se proyectó en la sección "Cineasti dell presente"y a la que cuadra como anillo al dedo un adjetivo: es fea, con planos fijos en los que no sucede nada y con un argumento que es imposible contar porque no se conseigue entender. Un ejercicio de pedantería hecho con dinero público.
En el polo opuesto, la cinta americana "Compliance", de Craig Zabel, filme independiente aparentemente divertido que resulta, sin embargo, profundamente dramático. La historia se centra en una llamda recibida por la Policía para denunciar que en una hamburguesería se ha producido un robo al devolver el cambio. La cinta está basada en hechos reales, pues en Estados Unidos al año se dan más de 700 casos similares.
Quentin Dupieux, sobre equien habíamos despositado grandes esperanzas, decepcionó con "Wrong"(se equivocó, como el título del filme) tras haber puesto muy alto el listón con "Rubber", su anterior trabajo, que era la historia de un "neumático asesino". El filme, con tintes surrealistas, no pasa de ser una mera anécdota.
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