Zaragoza
Una llamada a la serenidad
Tengo la sensación de que se están perdiendo los papeles. El fútbol es un juego. Es normal que se sientan los colores, que cree pasiones, que produzca disgustos y alegrías.
El árbitro es humano, a veces se equivoca a favor o en contra de nuestro equipo. Pero, pasiones aparte, no podemos perder los papeles por el fútbol. Los entrenadores no pueden convertirse en agitadores de masas y deben, antes de crispar, analizar sus errores. José Mourinho, el pasado miércoles, planteó mal su partido, como el sábado contra el Zaragoza. No se puede salir a la defensiva en una semifinal de la Liga de Campeones, y además en casa. No se puede tener un banquillo que vale una fortuna y reservarlo buscando el empate. Luego pasa lo que pasa, y se pierde.
Y los culpables son todos menos él. A partir de ahí, comienza de nuevo a incendiar el ambiente, que trasciende a lo deportivo, enfrentando aficiones y comunidades. Lo que no es bueno. No me gustó el grado de crispación del partido del otro día en el Santiago Bernabéu y seguro que no me gustará el de mañana en el Camp Nou. De ahí mi reflexión. Abierta y sincera. Es necesario que nos calmemos todos. Sobre todo, los que más responsabilidad tienen. Si no, se está haciendo un flaco favor al fútbol, al «fair play» y a la deportividad. Algo más necesario que nunca en estos momentos social y económicamente difíciles.
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