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OPINIÓN: Abstracción bélica

La Razón
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En «La guerra del Golfo no ha tenido lugar», Jean Baudrillard hablaba por primera vez de la guerra televisada, del modo en el que el combate contemporáneo se llevaba a cabo más en los medios que en el terreno real. Observaba que la capacidad de simulacro de los medios de masas contemporáneos había llegado a ser tan eficaz que incluso era posible fingir una guerra, hasta el punto de que las imágenes mostradas no tenían por qué coincidir con las del conflicto real. La televisión creaba y producía la guerra.
Veinte años después, la capacidad de los medios para producir simulacro ha ido en aumento. Y las imágenes que nos llegan de la guerra de Libia, como muchas de las que ya recibimos desde Irak, son imágenes absolutamente abstractas. Abstracción pura que recuerda a las composiciones suprematistas de Malevich o a las pinturas de Kandinsky. Luces en el cielo, movimientos de puntos en un radar, cruces, dianas, objetivos que se desplazan, y casi ningún sonido.
Ayer, en varios telediarios, mostraron la visión de la guerra desde un avión de combate. El titular decía: «Así se ve la guerra desde el cielo». Así muestra la guerra el imaginario militar, cabría decir. Y es que la manera en la que los sistemas de visualización militares representan el combate –su manera de dar imagen a las cosas– tiene una historia concreta que se gesta en la racionalidad moderna. Una historia y una ideología relacionada con la eliminación absoluta de la subjetividad del enemigo, que se convierte en un mero dato. En esas imágenes no hay cuerpos, no hay sangre, no hay víctimas. En el radar, sólo hay números, cifras… puntos y líneas sobre un plano.