Moscú
Turquía da el «jaque» a Siria
Ankara se revela como el «campeón suní» por su firmeza en la crisis con el régimen de Bachar al Asad. El Gobierno turco prohíbe todos los vuelos sirios
Todos los elementos están sobre la mesa para un escenario bélico entre Ankara y Damasco. La escalada de tensión entre ambos países a raíz de la muerte de cinco civiles turcos en un bombardeo sirio trasfronterizo, el 3 de octubre, ha cambiado dramáticamente las reglas del juego en el tablero sirio. El hecho de que el régimen de Asad haya atacado el territorio de un miembro de la OTAN ha dado al conflicto una dimensión internacional y el derecho a la Alianza Atlántica a defender a su aliado. Ankara prefiere mantener, por ahora, el «trato amistoso» con su vecino, pero no hay que olvidar que el país se apoya en uno de los ejércitos más numerosos, con más de medio millón de efectivos, y modernos de Oriente Medio. Las provocaciones del régimen sirio han puesto a prueba la paciencia de Turquía, que por el momento ha vetado todos los vuelos sirios de su espacio aéreo tras interceptar una «carga ilegal» en un vuelo procedente de Moscú y con destino a Damasco. Es un paso más en esta relación al rojo vivo.
Turquía no necesita una guerra para una victoria política en la región, –se ha ganado el título de campeón suní–, pero tampoco puede quedarse de brazos cruzados. No obstante, el caso sirio es tan complejo que cualquier decisión tomada de forma acelerada podría poner en peligro a toda la región. La comunidad internacional es consciente de lo que se juega en Siria y por lo tanto, hasta ahora, la estrategia a seguir ha sido no implicarse directamente, mientras se apoya logística y militarmente a los dos bandos. Occidente y su aliado turco apoyan a los rebeldes y los intereses del bloque Rusia y China, socios de Irán, es la continuación del régimen alauita de Bachar al Asad. Podría decirse que en Siria se juega un partido por la hegemonía regional entre el equipo suní, compuesto por Turquía, Qatar, Arabia Saudita y el chií, (Irán, con el apoyo de la milicia chií libanesa Hizbulá e Irak). Occidente quiere que Turquía, que ha ganado crédito y liderazgo como potencia moderna islámica, sea el capitán de su equipo. La peor de las pesadillas para EE UU y Europa es que Irán gane la partida, con el apoyo de Rusia y China, lo que representaría una seria amenaza para Israel. En los últimos años, Turquía ha logrado tener un papel preponderante en la región.
Su relación con el pueblo palestino e Israel, su posicionamiento como líder suní por delante de Arabia Saudita y frente al Irán chií, con el que comparte frontera, al igual que con Irak, sobre todo, con la zona controlada por los kurdos. El Gobierno turco se presenta de cara a los árabes como un modelo a seguir; un sistema islámico a emular tras la Primavera Árabe. Turquía se muestra como un país moderno y modelo democrático para toda la región. Por todo ello, juega también el papel de patrocinador del futuro liderazgo de Siria con el Consejo Nacional Sirio (CNS), que se ha establecido en Estambul. Y aunque este consejo esté encabezado por los Hermanos Musulmanes, las recientes revoluciones árabes han demostrado, especialmente en Egipto y Túnez, que el islam político es la actual alterantiva a los dictadores. La misión de Turquía es preparar y organizar a los nuevos lideres opositores de Siria y controlar el flujo de armas que le llegan a la rebeldes, a través de su frontera con Siria. El mismo papel que está adquiriendo ahora Jordania, que comparte parte de su frontera con Siria e Irak. Esta semana el Pentágono confirmó el envío de un equipo de 150 asesores militares al Reino Hachemita para controlar el flujo de las armas nucleares delDamasco. Tras un año y siete meses de conflicto, los rebeldes sirios, con la ayuda de Ankara, siguen resistiendo, pero lo cierto es que nadie sabe quien está combatiendo. Militares desertores, delincuentes comunes, islamistas, yihadistas, salafistas, y extranjeros de toda condición se mezclan con sirios que luchan para derrocar el régimen de Asad. Israel, que también comparte frontera con Jordania, teme que la debilidad del régimen pueda dar vía libre a grupos extremistas que se infiltran por sus fronteras y ataquen a Jerusalén.
Por eso, en estos momentos, lo más importante es controlar las fronteras sirias, contener la guerra dentro del país e impedir que escale a un conflicto regional, que es lo que aspira Irán y Rusia. No hay que olvidar que, pese a su debilidad, el régimen de Asad guarda un as en la manga -las armas nucleares-, y si se siente acorralado no dudará en usarlas. Ésta sería la peor de las opciones, y que, por desgracia, llevaría a una intervención internacional, liderada por Turquía.
El régimen usa bombas de racimo
La organización Human Rights Watch denunció ayer que el régimen sirio ha utilizado en los últimos días bombas de racimo, prohibidas por numerosos países, entre ellos España. Advirtió, además, que existen muestras de esta munición halladas en zonas pobladas. Según HRW, algunos de los restos pertenecen a bombas de tipo RBK-250 o municiones AO-1Sch, ambas de fabricación soviética. Por otra parte, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos informó ayer del hallazgo de decenas de cadáveres maniatados en un hospital de la periferia de Damasco. Los cuerpos, al parecer, se encontraban en el depósito de cadáveres del hospital de la localidad de Moadamiya al Sham. Todo apunta a que es obra del régimen.
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