Explosión de libertad

El San Juan Evangelista celebra la XXIX edición de su propio festival de jazz, enmarcado en el global de la ciudad, y también cuarenta años de conciertos en su teatro. Casi nada. Y la fiesta no es ya que siga existiendo, sino que además continúe dándonos esas músicas que tan difíciles son de encontrar en otros escenarios madrileños. La cita del sábado era de las mayores y allí donde la música diferente suena de forma distinta, el público también sabe gozar de lo que no entra en lo más común. Así llegaba al escenario el saxofonista Peter Brötzmann, 71 cumplidos, titán alemán del aún existente y pujante «free jazz», al mando de su Chicago Tentet, encuentro de instrumentistas de avanzada de uno y otro lado del Atlántico. Arrancaron con toda la maquinaria en la faena, una explosión sonora sin pauta preestablecida, que a lo largo de una primera hora sin pausa no dejó de moverse en una continua sorpresa sonora y con nueve músicos tan capaces y dispuestos como su líder a no abandonar la energía absoluta, la vehemencia, la confesión más abierta.

Parten de una instrumentación inusual, dos bateristas (con Paal Nilssen-Love, el titular de la banda Atomic), el doble bajo de contrabajo y tuba, trombones y saxos (con Ken Vandemark), el trompetista Joe McPhee y hasta un chelo. Sin que se vean instrucciones (aun gestuales) del jefe de la banda, la música evoluciona en un proceso de construcción al momento y con turnos y relevos de solistas que nos instalan en la sorpresa continua. En más de una ocasión el solista cuenta con los saxos de Brötzmann como segunda voz , se crean «riffs» (una breve frase que se repite) al instante o el solo es un diálogo, como en el turno de chelista y contrabajista. Una noche que se convirtió en un triunfo de la libertad.