Sevilla
Rubalcaba gana su apuesta más arriesgada
El cántabro se impone a Carmen Chacón por 22 votos, tras un recuento de infarto y la fuga de votos en Andalucía. > Encuesta: ¿Le parece acertada la elección de Rubalcaba?
Una noche larga, una madrugada de tensión, dos discursos muy distintos, un recuento que nunca acababa..., y, al final, con tres horas de retraso sobre lo previsto, se supo la decisión del PSOE: Alfredo Pérez Rubalcaba será el próximo secretario general. 22 votos de ventaja sobre Carmen Chacón le dieron la victoria, trece más que los que obtuvo José Luis Rodríguez Zapatero sobre José Bono en el XXXV Congreso Federal. 956 votos: 487 frente a 465, dos en blanco y uno nulo. La veteranía se impuso a la juventud; el contenido, a las emociones y los impulsos y la razón, al corazón. Y eso que en las horas previas a la votación una ola de entusiasmo en favor de Carmen Chacón contagió cada pasillo y cada rincón del hotel Renacimiento. Todo fue un espejismo fruto del furor y no del análisis racional. Es verdad, que nada estaba hecho y que hubo que pelear hasta el último voto. Pero ni Cataluña, ni Valencia, ni Madrid, ni sobre todo Andalucía estaban, como se decía, mayoritariamente con la catalana. En el PSOE nada es como parece. Y del mismo modo que la carrera empezó con Rubalcaba como claro favorito y tornó en favor de la ex ministra de Defensa a medida que avanzaban los días, en el último momento los delegados votaron, en secreto y en conciencia, lo que creyeron que era mejor para este PSOE que tras el 20-N quedó en estado catatónico, sin aliento y sin poder institucional. «Los compromisarios han preferido la solvencia a la ocurrencia», se escuchó por un plenario donde no decayó la expectación hasta el último segundo.
Alfredo Pérez Rubalcaba, eterno perdedor de quinielas, ganaba así su apuesta más arriesgada. Quien lo ha sido casi todo ya en política se jugaba a una sola carta el final de una dilatada carrera política, y ganó. Será difícil saber con exactitud cómo y en qué momento se posicionó cada delegado y si influyeron o no los discursos de los candidatos en el voto final. Pero, desde luego, el de Chacón no gustó. Si el de Zapatero de hace doce años le ayudó en la victoria, el de la ex ministra contribuyó, sin duda, a su derrota, pues los compromisarios escucharon en vivo y en directo a una aspirante con fuerza y con ganas, pero con escaso contenido y completamente sobreactuada.
Si algo supone la victoria de Rubalcaba es que el PSOE no quiere más riesgos, que prefiere la seguridad a la imprecisión; que apuesta por la solidez frente a los experimentos y que quiere cerrar cuanto antes la etapa del «zapaterismo». Así que el eterno número dos ya es número uno y tiene, además, por delante una titánica tarea de reconstrucción, y no sólo político-electoral. El PSOE ha quedado completamente dividido tras esta elección y no será fácil restañar las heridas abiertas en la contienda. La voluntad o no de integración se verá en las próximas horas con la composición final de la nueva Ejecutiva Federal que ha de salir de este congreso.
De momento, un Rubalcaba ya ganador, que fue recibido por Zapatero con un efusivo abrazo, se comprometió a ser el secretario general de todos los socialistas, «sin facturas ni salvoconductos». No será fácil. Al cónclave de este fin de semana le seguirán los congresos regionales y habrá, seguro, tentaciones de ajustar cuentas con los «aparatos» si estos no apostaron por el bando ganador. A más de uno no le llega ya la camisa al cuello.
Es difícil imaginar un PSOE «de unidad y cambio», como proclamó el ganador del congreso en un improvisado discurso tras la lectura de los resultados, mucho más emotivo que el de la mañana. Rubalcaba apeló a la fuerza del partido, y tras dar las gracias «de corazón» a quienes le votaron y también a su rival, proclamó su «orgullo y responsabilidad» por ser el nuevo secretario general». Sus modelos a seguir: Felipe González, Joaquín Almunia y José Luis Rodríguez Zapatero, las tres personas que dijo querer más en el PSOE y sus tres predecesores en el cargo que ya ocupa.
«Simplemente me gustaría que cuando me despida lo hagáis con el mismo cariño que cuando despedisteis a Felipe, a Joaquín y a José Luis», les dijo a los compromisarios, antes de recordarles que los «más importante no es saber llegar sino saber salir».
Lo más difícil, sin duda, como dijo, empieza ahora, y no sólo porque entre su tarea esté reorganizar el partido y sus federaciones, sino porque tendrá que construir un programa y unos cuadros orgánicos capaces de recuperar los más de 4 millones que el 20-N dieron la espalda al PSOE en favor de un PP de gran fortaleza, por el momento. Largo es el camino a recorrer a partir de ahora por un Rubalcaba que, quizá, no sea el candidato a las próximas elecciones generales de 2015. Ya se verá. Para eso falta una eternidad.
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