Navarra

La Estella de Mariló Montero entre pinchos y restos medievales

Entre pinchos y restos medievales
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C on el cuerpo relajado y la mente ordenada, Mariló Montero afronta la nueva temporada de La Mañana de La 1 (TVE). La presentadora navarra lo tiene muy claro y asegura que Estella, su tierra natal, «es mi lugar en el mundo… con gente», pues reconoce que «mi hogar también es mi rincón donde me centro en soledad». Para conocer esta ciudad medieval, Mariló recomienda hacer el mismo recorrido del peregrino que hace el Camino de Santiago, es decir, empezar por la iglesia del Santo Sepulcro, «desde donde se observa la belleza de las murallas». El paseo incluye una parada en la Plaza de San Martín (donde está el antiguo Ayuntamiento y el Palacio de los Reyes de Navarra) y en la iglesia de San Pedro. «Qué quiere que le diga de la que es considerada la "Toledo de Navarra"con todo lo que hay que ver allí. Le atrapará». A la hora de elegir sus rincones favoritos, la periodista se queda con «la basílica de la Virgen del Puy, el cementerio y un gin tonic junto a mis amigas y familia en la barra del Bar Pigor o La Moderna».
El entorno natural, con sus bosques, sierras y valles, es otra de las maravillas de la zona: «La naturaleza te absorbe tanto que te vuelve a hincar los pies en la tierra». Y aunque recuerda que durante su infancia pescaba cangrejos en el río y cogía setas, moras y arañones por todo el Nacedero del Urredera, la presentadora reconoce que «ahora, lo más verde que visito de mi pueblo es la huerta de mi tío Luis, en Igúzquiza». Para disfrutar de su gastronomía, Mariló aconseja dejarse llevar por el tapeo, «puesto que Estella está acribillada de barras de bar llenitas de unas exquisitas tapas». La lista es interminable: Lerma, Casanova, Amaya, Pigor, Maracaibo, Izarra o La Moderna. También anima a probar la merluza del restaurante La Cepa, las verduras del Astarriaga, los pimientos del Richard y un gorrín en el Asador La Tasca o en el restaurante Navarra, todo acompañado de vinos de la tierra, como los de Castillo de Monjardín o Bodegas Irache.
Afirma Montero que «a Estella necesito volver siempre a pasear por mis calles para verlas crecer, como ellas me ven madurar a mí. Cruzarme a la misma gente que me veía ir al colegio o danzar por la plaza San Juan. Parar a charlar sobre los embates de la vida es una delectación personal intransferible». Un lugar, dice, para disfrutar todo el año, «porque la mejor estación de Estella es la gente». Y aunque ahora va mucho menos que antes, ella lo tiene claro: «Estella me espera siempre. Porque sabe que yo la espero a ella».