Fútbol

Con la fe de Cristiano

Con las estrellas del firmamento presidencial, con Kaká y con Benzema en el once inicial, unos de los discutidos de Mourinho, y con dos tantos de Cristiano, el perseguidor de récords, el Madrid ganó al Villarreal, dormido en el primer tiempo.

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Goleó al Sevilla y al Valencia en sus feudos, un set a cada uno, y con Özil, Di María, Higuaín y el campeón del mundo Albiol en el banquillo, venció en El Madrigal (1-3). Lo cual demuestra que hay más plantilla que equipo y que es mayor la diferencia existente entre el Madrid y los que tiene por debajo de la que hay entre él y el Barça. Pero a «Mou» le confunde el azulgrana; es un hecho, pese al tbalsámico triunfo en la Copa. Quiso Garrido que su equipo jugara al contraataque y regaló la posesión. Cuando quiso darse cuenta perdía 0-2. Primero marcó Marcelo, por un contragolpe de Kaká; después Cristiano Ronaldo, la razón de ser de estos últimos coletazos de la Liga blanca.

Mourinho, que se lleva todo por delante, excepto al Barcelona, se deshizo del Villarreal con más dificultad que de Valdano, resistente en palacio hasta el 30 de junio, cuando desaparezca, como Giráldez y Ramón Martínez, y, sobre los restos de lo que un día fue el Madrid, el caudillo «Mou» levante su imperio. El Villarreal, cerrado atrás, a la espera, como se suicidó en Liga de Campeones el Madrid en el Bernabéu, encajó dos goles antes de cumplirse la media hora. Paraba más Diego López que Casillas, no mucho más, que tampoco los delanteros se esmeraban, y sucedió que cuando pudo producirse el 1-0 sobrevino lo contrario, en un minuto. La jugada de Rossi la despejó Pepe y casi al instante picó el balón Marcelo. Poco después a Cristiano le entró una falta que no intuyó López. Sumaba 38 tantos para el «Pichichi» e igualaba a Zarra y a Hugo Sánchez.

Necesitaba el Villarreal la fe de Cristiano, caballo alado en la cruzada por batir todas las marcas individuales, para mejorar. Se rearmó y el tanto de Cani borró todos sus temores. Ya no esperaba, jugaba, iba a por el partido, que se calentaba. Cani vio sólo la amarilla por empujar a Fermín, el del banderín, el asistente. Undiano contemporizó para enfriar los ánimos, hoguera en el graderío. Los sucesivos cambios no alentaron un fútbol más atractivo y el partido se fue consumiendo con cuatro centrales en el Madrid: Pepe, Ramos, Carvalho y Albiol. Cuando éste últimio entró, lo que pretendía su entrenador era aguantar el resultado, una victoria en otro campo complicado; lo que demuestra que perdió la Liga frente a adversarios menores, con perdón. Y si no, que se lo digan a Ronaldo, autor del tercero, también de falta. Pura inspiración.