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El duelo íntimo de Doña Sofía

Ana Medina Fernández de Córdoba, recientemente fallecida, fue su apoyo cuando llegó a España. «Le enseñó a cambiar los pañales a sus hijos», dice un amigo

El duelo íntimo de Doña Sofía
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Hay personas que exhiben a sus amistades como si de trofeos se trataran, incluso, en ocasiones, con la finalidad de obtener algún tipo de beneficio. Otras, sin embargo, prefieren llevarlas con discreción, disfrutar de una buena charla y confidencias selladas por el respeto mutuo. En este segundo grupo encaja a la perfección la estrecha unión que existía entre Ana Medina Fernández de Córdoba y la Reina Sofía, que ha salido a la luz tras el fallecimiento de la condesa de Ofalia y marquesa de Navahermosa la semana pasada, ya que pocos conocían que ambas compartieron durante años paseos por Madrid, compras, conversaciones y fiestas de la alta sociedad. Cuando los Reyes comenzaron a vivir en España tras su boda en 1962, Doña Sofía encontró un gran apoyo en la hija de la duquesa de Medinaceli, casa con la que los Borbones siempre han mantenido muy buena relación. «Doña Sofía nunca olvidará todo lo que hizo por ella mi madre. Ella no conocía a nadie y Ana fue la encargada de introducirla en determinados círculos sociales, incluso salían juntas de tiendas, como por aquellos años no era conocida, podía hacer una vida completamente normal», explica Flavia de Hohenlohe, hija de la fallecida.

Cómplices
No sólo sus aficiones eran comunes sino también su discreción. «No sabía que eran tan amigas, pero lo entiendo a la perfección porque son este tipo de personas a las que no les gusta airear sus intimidades. Ana nunca comentaba quiénes eran o no sus íntimas, aunque entre ellas estuviera Doña Sofía», confiesa Beatriz de Orleans, amiga de la condesa. La complicidad entre Doña Sofía y Ana Medina surgió desde el primer momento, aunque bien es cierto que debido a los múltiples compromisos de la Reina, sus encuentros fueron dilatándose en el tiempo, sin embargo, cuando se volvían a encontrar, su confianza seguía intacta. Además, solían telefonearse a menudo. De ahí, y que al conocer la gravedad de la primogénita de la actual titular de la Casa de Medinaceli, Victoria Eugenia Fernández de Córdoba, la familia quisiera transmitírselo a la Casa Real. Al instante, doña Sofía llamó al Hospital Nuestra Señora de América, donde Medina estaba ingresada después de haber sido tratada en diversos centros médicos. La conversación fue corta, pero suficiente para que Doña Sofía se diera cuenta de que su amiga no se encontraba bien, a pesar de su positivismo. «Mi madre era consciente de todo, no dejó de sonreír en todo momento e intentaba tranquilizar a los que estábamos alrededor», matiza Hohenlohe. Fue entonces cuando la Reina decidió presentarse en el hospital para ver a su amiga. «Lo hizo cinco días antes de que mi madre muriera», añade Flavia. Aunque Su Majestad no asistió al funeral ha estado informada en todo momento por sus familiares.

Otro de los aspectos en los que todos los que conocían a Ana coinciden es en el hecho de que ambas compartieran mucho tiempo juntas debido a que la condesa hablaba francés e inglés a la perfección, idiomas en los que mejor se manejaba Doña Sofía hasta que aprendió castellano. «Cuando nació la Infanta Elena, la Reina no sabía cómo cambiarle los pañales y ahí estuvo a su lado Ana para enseñárselo. Sin duda, fue su mejor amiga. Iba de su mano a todos los sitios, y eso Doña Sofía nunca lo olvidará», explica José Miguel Carrillo de Albornoz, autor del libro «Duquesas: un póker de damas en el siglo XX», en el que se analiza con especial profundidad a la de Medinaceli. «Al igual que su madre, Ana odiaba figurar, era invitada a múltiples eventos sociales, pero siempre quería pasar desapercibida, era extremadamente discreta, muy inteligente y encantadora, cualidades que heredó de su madre, a la que siempre le ha gustado mantenerse en un segundo plano», añade el escritor.


Una auténtica superviviente
«Mi abuela (la duquesa de Medinaceli), a sus 94 años, es consciente de todo lo que ha ocurrido. La fuimos preparando poco a poco para que fuera asumiendo la muerte de su hija. Es muy religiosa y la fe le ha servido de ayuda», explica emocionada su nieta Flavia. Y es que la matriarca ha sobrevido a tres de sus cuatro hijos. El duque de Feria, Rafael Medina, falleció en 2001, y desde entonces sus dos hijos, Rafael y Luis, estuvieron muy unidos a su única tía, Ana. «Mi madre atendió lo mejor que pudo a su hermano y siempre estuvo a su lado, de ahí la buena relación con sus sobrinos», comenta la nieta de la duquesa de Medinaceli. Por este motivo, Nati Abascal, esposa del duque, asistió acompañada por sus dos hijos, al entierro en Toledo de la única hija de Victoria Eugenia. Al tanatorio tan sólo pudo acercarse la esposa de Rafael Medina, Laura Vecino, de ahí que saltaran las alarmas sobre su incomprensible ausencia. «No podían faltar», comentan amigos de la familia.


La benjamina de la familia
- Flavia de Hohenlohe y Medina es la menor de los tres hijos de los condes de Ofalia y la nieta de «Mimi», como llaman en la intimidad a la duquesa de Medinaceli.
- Desde 2006 trabaja para Sotheby's España, donde actualmente es «Chairman».
- De su madre ha heredado las buenas formas, la inteligencia y la profesionalidad: «Ha sido muy dura la última etapa de la enfermedad de mamá, pero no ha sufrido, así que estamos tranquilos», confiesa.