El personaje de la semana: Felix Baumgartner

Con el sentido común que le caracteriza, Mario Vargas Llosa comentó el salto estratosférico de este instructor de las fuerzas paracaidistas austriacas como otra evidencia de que vivimos en la civilización del espectáculo. Seguido por millones de personas en televisión o por las redes «asociales», el paracaidista sólo es un «showman» blindado por la publicidad acrítica. Quien en verdad ha saltado ha sido «Red Bull Gmbh», cuyo fundador, otro austriaco, se dedicó al marketing antes de traerse la bebida de Tailandia. Todo ha sido mercadotécnica de la multinacional energética que publicita avivar el cerebro y que ha corrido con los gastos y los emolumentos del saltimbanqui. Nada aporta a la industria aeroespacial su traje de salto y su monitorización para despertarle si se mareaba. Una marca sin gloria para el libro de los «Guiness», colección de banalidades. Baumgartner ya se ha tirado de muchas alturas siempre con cámaras delante y sólo ha demostrado oficio y testosterona. El perillán hasta ha plagiado la frase de Armstrong al pisar la luna pero no ha corrido ningún límite del ser humano.