Londres
Clegg aprovecha el primer aniversario de la coalición británica para distanciarse de los conservadores
Se juraron amor eterno para el resto de la legislatura, protagonizaron fotos idílicas en los jardines de Downing Street y aseguraron que, aunque diferentes, podrían complementarse. Pero todo pertenece ya al pasado. Después de doce meses de convivencia, surgen los primeros problemas serios en el Gobierno de coalición británico.
Nick Clegg dejó claro ayer que se había acabado la primera fase y que ahora era el momento de mostrar un sello liberal mucho más firme. Al viceprimer ministro es al que peor le ha sentado el "matrimonio". David Cameron renace en las encuestas y cuenta con credibilidad y apoyo entre sus filas. Pero los de Clegg no comparten el mismo ánimo. Y eso se notó ayer cuando acudieron a escuchar a su líder. Después de fracasar con el referéndum para cambiar el sistema electoral, haber perdido 700 concejalías en los comicios municipales y doce de sus diecisiete escaños en el Parlamento autónomo escocés no era fácil poner buena cara.
La tarea de Clegg era por tanto complicada. Y es que el viceprimer ministro tiene que poner de su parte para facilitar un gobierno "estable y duradero". Es lo que necesita el pueblo y lo que demanda la economía, pero si no impone pronto su impronta su puesto corre peligro y su formación podría caer en un declive del que costaría varias generaciones en recuperarse. "Esta alianza es fruto de la necesidad, no de la convicción", matizó en un discurso en el que volvió a repetir que negociar con los laboristas habría sido un error, ya que no contaban con planteamiento económico para salir de la crisis.
Por otro lado, en un claro intento de demostrar a los suyos que el año no había sido en balde, Clegg también aseguró que los liberales habían moderado varias políticas de los "tories". Pero el mismo Cameron le pinchó el argumento luego en una entrevista explicando que "nadie moderaba a nadie". El episodio no sirvió más que para aumentar la tensión entre los dos políticos. Aunque ambos dejaron claro hace un año que no habría más amores reñidos como el Tony Blair y Gordon Brown, con su primer aniversario bien podrían sacarse otras conclusiones. (fin).
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