Nueva York
Fallece Jacques Dupin el poeta que supo leer el universo de Joan Miró
El autor fue el responsable de los principales estudios sobre el pintor
BARCELONA- El mundo de Joan Miró ha perdido a uno de sus principales referentes. El pasado sábado falleció en París el poeta Jacques Dupin, responsable de algunos de los trabajos más destacados sobre el artista catalán, entre ellos el catálogo razonado de su obra como pintor y dibujante, además de una extensa bibliografía sobre otros autores como Giacometti, Bacon o el propio Tàpies.
Nacido el 4 de marzo de 1927, en la ciudad de Privas, era hijo del médico en jefe del hospital psiquiátrico de Sainte-Marie. Desde muy joven empezó a interesarse por la literatura, leyendo a los doce años a autores como Baudelaire, Rimbaud, Verlaine, Balzac, Proust y Freud. Algunos de ellos sería luego lecturas compartidas con Miró. El propio Dupin recordaba en una entrevista con LA RAZÓN que la poesía «fue el centro mismo de todo aquello. Me resulta muy difícil definir a Miró. Era alguien que leía mucho y hablaba poco, no comentaba nada públicamente. Aunque no lo manifestara, su verdadera prueba de relación íntima con poetas es su colaboración con ellos».
De la mano de Christian Zervos, el responsable del catálogo razonado de Picasso y director de la revista «Cahiers d'Art», aprendió el oficio de editor de arte, además de poder conocer personalmente a Brancusi, Lam, Braque, Calder, Picasso o Giacometti, entre otros muchos.
En 1954 tuvo lugar el encuentro que le cambió la vida. Gracias al sombrerero Joan Prats, conoció a Joan Miró, iniciándose una amistad y colaboración entre los dos que se extenderá a lo largo de treinta años. El primero de esos trabajos será una monografía mironiana encargada por Abrams, un editor de Nueva York, que conocerá ediciones en varios idiomas.
Dupin también fue comisario de algunas exposiciones sobre Miró, pero también dedicó algunas a René Char o Alberto Giacometti. Pero su gran obra fueron los varios volúmenes del catálogo razonado de Miró como pintor, además de los dedicados a dibujos, cerámica y obra gráfica.
Toda esa labor la alternó con su otra obsesión, la literatura, llegando incluso a acoger en su domicilio a escritores como Paul Auster, de quien tradujo al francés sus poemas.
Por su obra poética obtuvo el Premio Nacional de Poesía (1988) y el de la Academia Francesa (2010).
Homenajeado en varias ocasiones por la Fundación Miró, su último recuerdo era para el autor de «La Masía», a quien definía como «superentrañable, una persona cálida, dedicada a sus amigos. A pesar de ser parco en palabras, cuando se abría se daba por entero».
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