Actualidad
Tarjetas y vetos por Julián Redondo
Tal y como son, así aparecen el Madrid y el Barcelona en un reportaje revelador de Xavier G. Luque en «La Vanguardia». Los blancos sacuden, los azulgrana protestan. Hasta la jornada vigesimocuarta, los madridistas habían visto 46 tarjetas amarillas por faltas; los barcelonistas, 20; por protestar, 4 y 10, respectivamente, y por «jugar» con las manos, 2 y 11 en cada caso. Conclusión: los chicos de Mourinho son duros y los de Guardiola, contestones, y, en ambos casos, proclives a utilizar los miembros superiores, unos para sacudir y otros para despejar el camino del gol. En el análisis no se alude a las tarjetas del limbo, aquellas que deberían ver la luz y, acaso por un respeto reverencial al infractor, no salen del bolsillo del colegiado. En este capítulo, y me guío más por la huella visual que por los números, los chicos del Barça se llevan la palma. Cualquier falta que sufra uno de los suyos, por leve que sea, provoca una reacción coral en torno al árbitro para que muestre la cartulina al culpable. Suelen tener éxito con sus protestas, imponen y mediatizan; sin embargo, merecerían ser castigados por exigir la amonestación del contrario. Viene en el reglamento. Lo que no cabe en la ordenanza deportiva es el pensamiento único. Me explico: el Barça ha retirado las acreditaciones a dos compañeros de «Punto Pelota» por considerar que hubo mala práxis en la realización de un reportaje. El veto es inadmisible; semejante censura, sectárea y ridícula. La presión en los terrenos de juego a veces favorece al Barcelona; fuera de ellos le retrata como un club menor, inquisidor y sin rastro de «seny».
✕
Accede a tu cuenta para comentar