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ANÁLISIS Es un país democrático por Ignacio Molina
– ¿Qué errores ha cometido el actual Gobierno húngaro?
–El partido que ganó las elecciones en 2010, con una victoria apabullante, reformó la Constitución sin el consenso de la oposición. Cambió el sistema electoral para seguir en el poder, impulsó una ley de vigilancia de los medios de comunicación y otra que podría reducir la independencia de los jueces. Además, ha puesto en entredicho la independencia del Banco Central húngaro.
– ¿Cómo es el partido gobernante, el Fidesz?
–Es una formación de centro derecha, miembro del Partido Popular Europeo, pero con mucha menos tradición democrática. Combina el ultraliberalismo con el populismo nacionalista y posee rasgos autoritarios.
– ¿Por qué llegó un partido con tintes autoritarios al poder?
–La victoria de Fidesz tiene que ver con la gestión desastrosa de la crisis del anterior Gobierno socialista. El primer ministro llegó a admitir que había engañado a la gente. La situación económica de Hungría es peor que la de Grecia, pero, como no está en la zona euro, no hablamos de ella.
– ¿Ha dejado de ser Hungría un país democrático?
–En ningún caso. Existe una preocupación en la UE por el hecho de que Hungría pudiera dejar de ser un país con los estándares democráticos exigibles a cualquier país del entorno. Pero, a día de hoy, no ha habido ninguna violación flagrante de la naturaleza democrática de este país. Hungría no es Venezuela.
–¿La crisis ha impulsado el ascenso de partidos populistas en Europa?
–Se puede ver así, pero también hay que decir que las opciones más populistas no han triunfado en toda Europa. Hay fenómenos, como el de Hungría o el de Francia, que son preocupantes, pero también hay países (incluso en Europa del Este) en los que el populismo ha disminuido, como es el caso de Polonia y Eslovaquia.
Ignacio Molina
Investigador del Real Instituto Elcano
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