Bruselas
El rumbo firme de Rajoy
Mariano Rajoy compareció ayer para realizar un balance de los primeros siete meses de gobierno. Fue una intervención realista, sin eludir responsabilidades ni poner paños calientes. Se agradece en un gobernante que no rehuya la tremenda realidad que viven millones de españoles. Para ellos fueron sus primeras palabras. Reconoció que su principal preocupación es la situación de los 5,5 millones de parados y de las familias en dificultades. Fue un gesto de cercanía necesario. Siete meses después, el Gobierno de Mariano Rajoy acumula la mayor y más importante acción reformista de la historia democrática a excepción, tal vez, de los primeros gabinetes de la Transición. Se han emprendido actuaciones de enorme calado para asegurar la contención fiscal y se han acometido las reformas estructurales que el país esperaba desde hacía lustros. «Se podrán discutir las medidas, pero nadie puede decir que el Gobierno no ha gobernado». Y tiene razón. Lo ha hecho además en el peor escenario de las últimas décadas, con una doble recesión, y una herencia muy negativa del PSOE. Las cifras hablan por sí solas. La deuda externa de España sobrepasa los 900.000 millones de euros y los intereses de la misma sumarán otros 8.000 millones adicionales este año. A esta situación no se llegó por casualidad ni por infortunio, sino por la gestión de una izquierda que, por ejemplo, mantuvo e incluso aumentó el gasto público mientras la recaudación descendía 70.000 millones de euros entre 2008 y 2009, lo que nos condenó a un endeudamiento endémico y asfixiante. Cometeríamos una enorme injusticia si no valoráramos la acción del Gobierno en función de ese testigo envenenado. Estos meses han demostrado también que hay un plan y un rumbo para superar la adversidad, lo que es vital para recuperar credibilidad y confianza. Ya lo dijo esta semana el FMI, España está cumpliendo, pero, como remarcó Rajoy, Europa debe asumir también su responsabilidad en defensa de la moneda única y de la estabilidad en la zona euro, y tiene que acabar de «generar dudas». Necesitamos más y mejor Europa para regularizar los mercados y avanzar, como le trasladó por carta el presidente a Van Rompuy. Creemos, como Rajoy, que «la salida de la crisis es un objetivo nacional». Las comunidades deben cumplir con su deber con el apoyo del Ejecutivo, como lo han tenido hasta ahora, más allá de las poses demagógicas y estériles de algunos. No hay alternativa a una política apoyada por las instituciones europeas e internacionales. Debemos perseverar en el control de las cuentas y en las reformas. El plan presupuestario que se remitirá a Bruselas abunda en el objetivo ineludible de la disciplina fiscal con ajustes que suman 102.149 millones de euros hasta 2014. El rigor y el equilibrio se traducirán en saneamiento y solvencia. No habrá milagros, pero sólo así saldremos de ésta.
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